Llamas en la noche

Una joven vestida con una toga plateada está subida en un monton de maderas. La niña mira a su alrededor hablandole a las ciudadanos que escuchan sus palabras con los rostos entristecidos. Un poco mas atras de la muchacha se puede apreciar un cuerpo de un hombre, desconocido para casi todo el mundo.

- Este cuerpo que hay aqui es de un hombre recien llegado a Albor,segun he oido se llamaba Salahiden, este hombre murio asesinado por un troll *hace una pausa* un troll quizas sea una bestia que actue sin razonamiento, sin compasion... Este hombre ha tenido muy mala suerte, o quizas los dioses querían verle ya para juzgarle, eso no lo sabe nadie.

Los ciudadanos que iban llegando miraban a la niña algunos con indiferencia, otros con tristeza por el muerto, otros se tomaban toda la ceremonia como una obra de teatro al ver que es una niña pequeña la que estaba hablando.

-Lo que quiero decir, un troll de la misma forma, no tiene rencor, no tiene odio, ni envidia, ni maldad... ¿En que nos convierte esto a nosotros? *mira a todos los espectadores, como mirandoles las cara uno a uno* Nosotros si que tenemos razonamiento, compasion, juicio propio, y sin embargo.... sin embargo cada dia muere gente por los propios habitantes de Albor, cada dia gente que necesita la ayuda de todos vosotros se ve sola porque les dais la espalda pensando que sois...¿Más fuertes? ¿Más listos? ¿Mejores? ¿Mejores que quien? Porque como podeis ver, ¡no sois mejores que un troll! *señalando con la mano al cadaver*, no podeis ni ayudar a vuestra propia ciudad y a sus ciudadanos, y no me refiero a mendigos, pobres... me refiero a todos y cada uno de los habitantes, cada una de los edificios, vuestros amigos y si... vuestros enemigos.
Olvidaros de las diferencias que nos separan, porque eso separa las casas, los ladrillos de cada edificio, cada piedra de cada muro... y al final todo se derrumbara. !CONSTRUYAMOS UNA CIUDAD QUE PODAMOS DECIR: "!ESTA ES MI CIUDAD Y ESTOY ORGULLOSO DE VIVIR AQUI!".

Tras decir estas palabras, Xanth, se bajo del monton de maderas y comenzó a recitar unas oraciones en nombre de los Siete, cuando termino la ceremonia de cremación, cogio una antorcha y la colocó bajo las maderas. Al poco tiempo las llamas se alzaban por encima de las cabezas de los espectadores, un silencio largo e incomodo llenaba el ambiente. Casi nadie conocio a esta persona, pero fue una de las cremaciones en las que mas tristes se fueron los habitantes de Albor.
Las llamas brillaron en la noche durante mucho tiempo, apagandose poco a poco... dejando solo cenizas.