Senderos de Cenizas
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Relato: La noche del Oso

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Mensaje  Brian du Bois Guilbert Mar Nov 02, 2010 9:52 pm

El agua de la lluvia golpeaba melancólicamente los cristales de la Biblioteca de Rostow.

Mabel, la veterana bruja, miraba hacia el inicio del bosque que se erizaba en las inmediaciones de la ciudad. Un estruendo de libros caídos le sacó de su ensimismamiento. Sonrió pues sin necesidad de girarse ya sabía quién había sido el culpable del estropicio.

- ¿No se dejan esos libros, eh, Bruno?

Un joven acólito, grueso y torpe, se esforzaba doblado sobre varios volúmenes desparramados.

- Sí, señora, o sea… no… quiero decir… bueno, mil perdones, disculpad mi torpeza, yo buscaba…

- No te preocupes, no viene mal que de vez en cuando alguien los sacuda un poco para mover el polvo – la anciana se dio la vuelta y sonrió una segunda vez amablemente al azorado muchacho - ¿qué andabas buscando?

- Pues… las Crónicas del Amanecer. Sigo con la recopilación que me encargaron de leyendas y costumbres populares, necesitaba información sobre la Noche del Oso.

- Ah, pero jovencito – la mujer arqueó las cejas – haberme preguntado, yo te lo puedo contar todo, soy de Rostow.

- ¿De veras? – Bruno terminó rápidamente de ordenar la estantería y se sentó en una sencilla mesa, aprestándose con pluma y pergamino a tomar nota – Soy todo oídos, señora.

- Sí, la Noche del Oso – Mabel tomó aire, cerró un segundo los ojos y empezó a hablar – Con ese nombre se conoce a una fiesta pagana y popular que tiene lugar más o menos dentro de un mes. En ella los plebeyos y algunos nobles se disfrazan y emulan la caza de un Oso por las inmediaciones de Rostow. Uno de ellos, un joven ágil y fuerte, se viste con la piel del animal y los demás le acosan entre chanzas y bailes, hasta que simulan darle muerte. Luego se encienden hogueras que significan el triunfo sobre el temor de la noche y se asa carne, se baila y se bebe hasta el amanecer.

- Interesante… - Bruno sacaba la lengua al escribir - ¿Y se sabe el origen de esta tradición? ¿Es muy antigua?

Mabel sonrió casi imperceptiblemente.

- Pues resulta que sí, se conoce el porqué. – se giró y volvió a mirar hacia el distante horizonte – Hace ya muchos años, antes de que naciera tu padre, en los primeros días de la Era del Fénix, durante los primeros meses del reinado del por entonces joven Rey Ziban, un oso enorme aterrorizaba a los habitantes de los barrios bajos y campesinos de Rostow. Su fiereza no tenía parangón, y ni hombres ni ganados estaban a salvo. La guardia de la ciudad estaba al margen de los problemas del pueblo llano, y los indefensos plebeyos no estaban en condiciones de hacerle frente, carecían del espíritu necesario. Pero hubo un grupo de esforzados aventureros que hicieron acopio de valor y aunque no eran todavía grandes héroes decidieron salir a combatir a la bestia.

- Ahá…- el joven seguía tomando nota - ¿Se conservan sus nombres, profesiones…?

Mabel negó con la cabeza

- Por desgracia ningún juglar participó en la lucha y estuvo ahí para relatar lo acontecido. No obstante, los jóvenes y las muchachas se disfrazan de lo que se dice que fue el grupo que luchó contra el oso, y por tradición se les dieron nombres, supongo que basados en los originales, pero eso no se sabe a ciencia cierta. Todos eligen su aventurero favorito y se disfrazan como ellos: las jóvenes valientes quieren ser Julieta la arquera, las más dulces Ellait la cocinera intrépida, los chicos más brutos quieren ser Lucillus el guerrero de la maza, los más cultivados Jodram el sacerdote sin miedo, los soñadores Mileches el escudero apuesto, los elegantes Eduarsh el noble de la espada, los más inquietos Sator el arquero explorador… todos y cada uno buscan en quién identificarse.

- Vaya – Bruno interrumpió su escritura – es llamativo que no haya ni caballeros ni héroes ni poderosos brujos en esta historia…

- Sí, lo es, sin duda. Pero creo que precisamente por eso es una tradición tan arraigada y con tanto éxito entre la plebe. Les recuerda y demuestra que deben ayudarse a sí mismos, que el valor y la decisión de los pequeños suma y vale mucho. Se sabe que luego esos aventureros hicieron grandes hazañas, y algunas de las sagas que se relataron por juglares probablemente hablen de esos valientes cuando ya eran conocidos, pero en esos oscuros días ellos fueron un rayo de luz cuando todo era duda y temor.

La bruja se quedó en silencio, pensando, recordando, sonriendo en su interior, mientras en la habitación sólo se oía el roce de la pluma del joven sobre el pergamino.
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