Relato: Dudas, temores... y sueños.
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Relato: Dudas, temores... y sueños.
El invierno estaba resultando pesado por culpa de las continuas nevadas y lluvias. Las calles se llenaban de hielo donde los caballos resbalaban continuamente. El viento azotaba las capas de los sargentos que patrullaban dia y noche. Pero la vida en Rostow seguia. Dia a dia los campesinos se levantaban e iban a trabajar el campo, aun helado. Maldecian por lo bajo al crudo invierno por no dejarles sacar provecho maximo de sus campos, pero por otro lado daban gracias por lo poco que lograban y que les daba para poner un cuenco de sopa en sus mesas. Vendedores madrugadores abrian las tiendas y preparaban un dia mas en sus vidas.
Caesy paseaba abrigada con varias capas de ropa, y una pesada capa de algodon. Se habia convertido en costumbre pasear por las tiendas junto a sus mercenarios. Entraba en una tienda tras otra, haciendo intercambios aqui y alla. Los negocios se le daban bastante bien, y a menudo lograba conseguir precios mas bajos que los demas. Muchas veces su sonrisa y sus ojos hacian hervir de calor a algun tendero, y no dudaba en sacar provecho de eso. Nunca cruzaba mas de dos palabras con los comerciantes, en cambio, podia estar horas compartiendo risas con las mujeres que paseaban y demostraban un minimo de criterio en sus actos. Una vez hecha la ruta por las tiendas, pasaba por el mercado, donde compara precios de unos y otros, y ajustaba sus precios y los de los vendedores del Gremio para estar siempre en la demanda y la oferta.
Su ultima parada comercial, siempre era la joyeria. Pasaba horas admirando las piezas expuestas, y normalmente adquiria alguna. Miraba las joyas con ojos avidos y engalanaba sus vestidos con alguna pieza.
Pero esa mañana era distinta. Hacia poco que habia probado las habitaciones privadas de la Orden. Habia conocido el miedo de cerca, y este, la habia helado hasta tal punto, que su cabeza aun daba vueltas. Se levanto temprano para recorrer las calles como era costumbre, pero en vez de eso, se acomodo en una silla de su habitacion y empezo a llorar. Lloro como nunca habia hecho. Se seco las lagrimas con el dorso de la mano enguantada, y sin contenerse, se quito los guantes y los arrojó al suelo airada por su debilidad. Se quedo mirando la mano quemada y una sonrisa cruzó su semblante, dandole un aspecto fiero y retorcido. Recordó con miedo quien era, y como habia llegado hasta donde estaba. Siempre habia sido una muchacha debil y sin recursos, vivia de lo que lograba conseguir en el mercado. Sus gustos le llevaron a aprender la carpinteria. Poco a poco se fue acercando mas a Rostow. Sus negocios con los nomadas no le daban beneficio alguno, y los hombres que le compraban algo, siempre querian algo mas. Al recordar a esos hombres, entrecerro los ojos y apreto la mano quemada. Volvio a sus pensamientos, y recordó el dia que llego a Rostow, donde afianzó su negocio. Recordó como habia pasado de ser una simple muchacha, a ser la Lider de un Gremio. Sonrió para si. Se termino de secar las lagrimas, cogió los guantes con delicadeza, se los puso, se abrigó, se aliso el pelo y se lo peino con dulzura. Su larga melena rubia le recordaba a las historias que le contaba su madre sobre el norte. En los años que paso su familia trabajando como comerciantes en las tierras de los Yorath. Miro por la ventana, y vio como el mediodia entraba en la ciudad, y deshacia el hielo que la mañana habia dejado. Abrio la puerta y llamo a sus hombres. Con la mirada clavada en el futuro, Caesy avanzó con paso orgulloso por las calles de la ciudad que le daria lo que habia venido buscando.
Caesy paseaba abrigada con varias capas de ropa, y una pesada capa de algodon. Se habia convertido en costumbre pasear por las tiendas junto a sus mercenarios. Entraba en una tienda tras otra, haciendo intercambios aqui y alla. Los negocios se le daban bastante bien, y a menudo lograba conseguir precios mas bajos que los demas. Muchas veces su sonrisa y sus ojos hacian hervir de calor a algun tendero, y no dudaba en sacar provecho de eso. Nunca cruzaba mas de dos palabras con los comerciantes, en cambio, podia estar horas compartiendo risas con las mujeres que paseaban y demostraban un minimo de criterio en sus actos. Una vez hecha la ruta por las tiendas, pasaba por el mercado, donde compara precios de unos y otros, y ajustaba sus precios y los de los vendedores del Gremio para estar siempre en la demanda y la oferta.
Su ultima parada comercial, siempre era la joyeria. Pasaba horas admirando las piezas expuestas, y normalmente adquiria alguna. Miraba las joyas con ojos avidos y engalanaba sus vestidos con alguna pieza.
Pero esa mañana era distinta. Hacia poco que habia probado las habitaciones privadas de la Orden. Habia conocido el miedo de cerca, y este, la habia helado hasta tal punto, que su cabeza aun daba vueltas. Se levanto temprano para recorrer las calles como era costumbre, pero en vez de eso, se acomodo en una silla de su habitacion y empezo a llorar. Lloro como nunca habia hecho. Se seco las lagrimas con el dorso de la mano enguantada, y sin contenerse, se quito los guantes y los arrojó al suelo airada por su debilidad. Se quedo mirando la mano quemada y una sonrisa cruzó su semblante, dandole un aspecto fiero y retorcido. Recordó con miedo quien era, y como habia llegado hasta donde estaba. Siempre habia sido una muchacha debil y sin recursos, vivia de lo que lograba conseguir en el mercado. Sus gustos le llevaron a aprender la carpinteria. Poco a poco se fue acercando mas a Rostow. Sus negocios con los nomadas no le daban beneficio alguno, y los hombres que le compraban algo, siempre querian algo mas. Al recordar a esos hombres, entrecerro los ojos y apreto la mano quemada. Volvio a sus pensamientos, y recordó el dia que llego a Rostow, donde afianzó su negocio. Recordó como habia pasado de ser una simple muchacha, a ser la Lider de un Gremio. Sonrió para si. Se termino de secar las lagrimas, cogió los guantes con delicadeza, se los puso, se abrigó, se aliso el pelo y se lo peino con dulzura. Su larga melena rubia le recordaba a las historias que le contaba su madre sobre el norte. En los años que paso su familia trabajando como comerciantes en las tierras de los Yorath. Miro por la ventana, y vio como el mediodia entraba en la ciudad, y deshacia el hielo que la mañana habia dejado. Abrio la puerta y llamo a sus hombres. Con la mirada clavada en el futuro, Caesy avanzó con paso orgulloso por las calles de la ciudad que le daria lo que habia venido buscando.
Kerohs- Cantidad de envíos : 1001
Fecha de inscripción : 30/07/2010
Edad : 37
Localización : Madrid/Malaga
Re: Relato: Dudas, temores... y sueños.
Los dias pasaban, y su furia se convertia en ira, la ira daba paso al desasosiego, y finalmente, al dolor. Tenia en sus manos pergaminos firmados con miles de tratos desde que comenzo su negocio. Los apilo en un fardo atado, lo metio en una cesta, y se lo dejo a Boden para que se lo diese a Salomon. Ato dos mulas a un carro, cargo provisiones, y sin despedirse y sin volver la cabeza, abandonó Rostow.
Kerohs- Cantidad de envíos : 1001
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Re: Relato: Dudas, temores... y sueños.
Los dias iban pasando desde que se marchase de Rostow, no pasaba penurias, ya que lo que necesitaba lo iba consiguiendo gracias al comercio con los viajeros. Pero recordaba a algunas personas que habia dejado atras. A veces giraba la cabeza y miraba en direccion a la lejana Rostow. Las dudas le comian por dentro. Tenia asuntos pendientes, y tenia un deber para con su Gremio. No debio dejarlos en la estacada sin avisar. Sin previo aviso, giro su montura, y le dijo al conductor de la carreta de material que pusiese rumbo a Rostow. Este, perplejo, fue a replicar, pero Caesy lo miró con furia ardiente en los ojos.
- Volvemos a Rostow - dijo con voz seca - si no sabes acatar una orden, baja del carromato, y yo misma lo guiare.
El hombre bajo los ojos dolido, y sin decir una palabra dio la vuelta a la carreta y enfilo el camino de vuelta a la ciudad.
Caesy, montada en su caballo, se peino la melena y se seco el sudor de la frente. Debia presentar el mejor aspecto posible. Seguia siendo miembro de honor del Gremio, y nada ni nadie iba a discutirle eso. Sonrio para si, levanto ligeramente la cabeza, y cabalgó en silencio durante el trayecto a Rostow.
- Volvemos a Rostow - dijo con voz seca - si no sabes acatar una orden, baja del carromato, y yo misma lo guiare.
El hombre bajo los ojos dolido, y sin decir una palabra dio la vuelta a la carreta y enfilo el camino de vuelta a la ciudad.
Caesy, montada en su caballo, se peino la melena y se seco el sudor de la frente. Debia presentar el mejor aspecto posible. Seguia siendo miembro de honor del Gremio, y nada ni nadie iba a discutirle eso. Sonrio para si, levanto ligeramente la cabeza, y cabalgó en silencio durante el trayecto a Rostow.
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