Lobo herido

Brian du Bois Guilbert Dom Dic 26, 2010 11:59 am

Desde lo alto de las murallas por donde paseaba, Rudd el bardo escuchó las secas voces de los sargentos aprestándose a abrir el portón de la puerta Sur de Rostow. Al frente de una partida de caza, el juglar vio la enorme y sombría figura de Ser Wortimer, metal sobre metal, silencio sobre silencio, franquear la salida y poner rumbo al bosque callado y cercano, profanando con el ruido de los cascos blindados de su caballo la quietud reinante.

Suspiró, miró en dirección al puente de Ser Miles, y él, que sabía muy bien qué era la soledad del desdeñado, del perseguido, del ninguneado, del vituperado, del calumniado, tomó su lira, y cantó para todos los que le pudieron y quisieron escuchar:

Naciste en el fondo del bosque, fuerte, libre
Ahí donde los hombres nunca llegaban
Te admiraban sin fin quienes te rodeaban
Entre aromas de ortigas, mostaza y jengibre

Ahora vagas solo, con frío en tu mirada, herido
tu pecho doliente por donde sangras respira.
Quisieras poner a todo fin, arder en la pira
vives fugitivo, despreciado, siempre escondido

Lobo solitario, viejo, no sabes que no late tu corazón.
Para qué, si en tus días el dolor se lleva la palma
si entregaste y perdiste espíritu, cuerpo y razón

Seca esas lágrimas, no busques ya la calma
tu vida es una cuenta atrás, no pidas ya perdón
porque hay estocadas mortales que llegan hasta el alma