Reflexion de una muerte.

Se notaba la llegada del invierno en Rostow. Era raro no ver ciudadanos arrebujados en sus capas, campesinos apiñados en las tabernas bebiendo para calentarse despues de la jornada de trabajo, guardias helados bajo armaduras de hierro, y desde el calor del hogar, los Nobles miraban la ciudad prepararse para una dura noche. Montones de luces titilaban en las puertas amenazando con extinguirse bajo el viento helado. Rostow sin duda, estaba viva.
Caesy observaba el prodigio de la vida rostowniana desde la ventana de una lujosa habitacion de la posada. Sonreia. El Gremio se hacia importante a cada trato cerrado. Miro a Palacio y entrecerro los ojos. Saco un pergamino y sin quitar la vista de Palacio, empezo a rememorar los hechos. El caballero con las manos manchadas de sangre inocente, debia caer, y esa carta era el primer paso que daria el Gremio para llevarlo a juicio.

La Orden de Thánatos cita a la plebeya Caesy para dar cuenta sobre sus recientes planes expuestos en la plaza pública para derrocar a un Caballero ungido en los siete óleos.

Un miembro de la Orden se pondrá en contacto con ella directamente.

Ser Edward Yubonas, caballero de la Orden de Thánatos

Tras tratar con unos vendedores mal encarados, y alguna frase cortes con ciudadanos que paseaban, uno de los miembros del Gremio de Artesanos la asalto por el camino. Le conto que la Orden la buscaba por ciertas declaraciones. Al oirlo, la cara de Caesy cambio radicalmente, pasando de la leve sonrisa altiva que mostraba publicamente, a un gesto torvo y enfadado. ¿Como osaban llamarla Plebeya delante de todos? ¿Acaso no sabian que ella llevaba el peso de un Gremio? Cuando logro calmarse, mando un par de cartas a los demas lideres del Gremio de Artesanos, se puso su mejor vestido, y forzando una sonrisa, camino con paso seguro y actitud altiva hacia la sede de la Orden de Thanatos, seguida por varios mercenarios contratados para la Guardia del Gremio.

Aquel dia el sol brillaba con fuerza, el cielo estaba despejado y el viento era helado, parecia el dia perfecto el cual dedicarse a leer encerrada en la bibloteca durante todo el dia, nada mas lejos de los ilusos deseos de la bruja.

Desde la ventana de la biblioteca se podia observa y oir perfectamente todo el jaleo que se forma entorno a la posada y sus alrededores. Tania con su gesto sereno, escuchaba con atencion todo lo que se decia, y reflexionaba, a la par que comentaba ironica con el sabio beman.

- Te puedes creer todo el jaleo que se esta formando ahi fuera, esa caesy parece querer comerse el mundo y sus aires de grandeza me recuerda a la creacion de gibil...a este paso puede que termine como esta *sonrie*, y el joven Ser Edward, ¿que opinais?, parece demasiado nervioso ultimamente y suele estar mas tenso que de costumbre, ¿que sera lo que perturba la conciencia del joven noble?. *suspira* solo espero que terminen pronto con sus asuntos y se pueda disfrutar de la lectura en este precioso dia -

Las horas pasaban lentas y pesadas para Caesy, algunos sargentos de la Orden habian bajado a los calabozos y habian sonreido con malicia. Esta habia respondido con una grata sonrisa, esperando que hubiesen abierto la puerta de la celda, para sacar la fina daga que llevaba en el ligero. Pero no hubo suerte. Ningun sargento ni ningun noble se habia acercado ni le habia dirigido la palabra.

Para si misma agradecio a los Dioses no haber tenido mas problemas que el estar alli. Pero se tranquilizo, desde dentro no podria hacer nada mas que esperar. Y en ello estaba... esperando.

El gentio que se habia reunido en la plaza, se acababa de retirar tras la breve disculpa que habia formulado Caesy, representando al Gremio de Artesanos. Se habian retractado de las palabras expresadas hacia uno de los caballeros de la Orden de Thanatos.

Cuando se disolvio del todo la muchedumbre, Caesy inspiro profundamente, mira hacia palacio, despues hacia la Orden, y alzo la cabeza sonriente.
La nieve empezo a caer como si hubiese sido llamada. No se movio un apice disfrutando del frescor de la noche, del frio helado que recorria su cuerpo, y calmaba su ira. Hielo... Gelido... Frio como ella debia serlo.