Kelvin, o tambien conocido como Renly, el buhonero.

El sonido de las botellas de cervezas al chocar, algun que otro aprendiz de bardo (pues no podia darsele otro nombre), y camareras de vestidos ajustados que poco dejaban a la imaginacion, era todo cuanto necesitaba. Los mejores negocios se hacian con una cerveza en la mano, la barriga llena, y el mejor material de Rostow. Las monedas cambiaban de manos tan rapido como las jarras se llenaban y se vaciaban. Ese dia estaba realmente llena, Malfario habia organizado una de sus partidas de dados ilegales. Hombres de los barrios bajos se aglomeraban en pequeñas mesas dispuestas para la ocasion. Un chico joven, tanto que aun tenia pelusilla bajo la nariz que el pobre infeliz se dejaba crecer para parecer mas hombre, se afanaba en meter una mano debajo del vestido de una camarera sentada en sus rodillas, mientras con otra mano diestra hacia desaparecer las pocas monedas que la incauta muchacha llevaba en los bolsillos. Hombres de piel tostada por los veranos al sol de los campos comerciaban con lo que tenian para hacer frente al invierno que se acercaba. Mientras, los demas parecian centrarse en el juego y el alcohol. Un hombre de dedos finos y callosos, vestido con poco acierto y sin afeitar, esperaba pacientemente sentado en una mesa cerca de las ventanas que daban al bosque. Por fin vio un caballo de crines negras y piel aun mas negra acercase en la noche. No lo habria distinguido a no ser por el faldon que cubria al animal, de un color amarillo tan chillon que incluso a la escasa luz de la luna refulgia con fuerza.

- Llegas tarde Roland - dijo Kelvin mientras apuraba la botella de vino - sientate, quiero cerrar el trato cuanto antes.
- Nunca entendere por que nos reunimos en estos sitios - dijo el joven caballero mirando con desprecio al gentio - pero bien, entiendo entonces que tienes lo que te pedi ¿no es asi?
- No fue facil pero... - tiro una bolsita de cuero sobre la mesa, haciendo un ruido metalico al caer.

Roland cogio la bolsa con ansia, la abrio, y asintio con una sonrisa. Dejo una bolsita en el regazo de Kelvin mientras se levantaba.

- Ese es tu pago Kelvin, ahora te recomiendo que te largues cuanto antes. Ayer timastes a uno de los capitanes mas crueles que conozco, y te esta buscando por todos lados.

Kelvin no puedo evitar sonreir. La noche anterior habia logrado vender unas telas de algodon roidas por ratones como encajes de seda de Albor. El capitan orondo pretendia cortejar a una dama de gran fortuna, y le habia hecho el encargo. Ni siquiera se molesto en comprobar el material, pero para cuando lo hiciese, Kelvin ya se habria cambiado de traje y afeitado la barba.

- Otra cosa Roland - se habia levantado de la mesa con un extraño gesto en la cara - no veo el salvoconducto para cruzar el puente.
- Añadi un par de monedas de oro al pago para que puedas pasar sin problemas - dijo sin apenas sonreir.
- Bien, tengo un ultimo encargo que entregar, y no me veras de nuevo - le lanzo una moneda al Caballero con una amplia sonrisa - toma, para que te pagues alguna puta esta noche.
- Laura me espera en casa, no necesito ninguna puta - dijo Roland agriando el gesto aun mas.

Kelvin salio a la noche junto a Roland, pero en cuanto este montó a caballo, Kelvin ya habia desaparecido. Pudo oir los gritos airados de Roland desde el embarcadero, abrio la palma de la mano, y lanzo varias veces al aire la pequeña bolsita de cuero que le habia "vendido" a Roland. Sonrio ampliamente por su osadia. Era hora de poner las cosas en orden antes de marcharse de la ciudad.
Se alejo a paso apresurado resguardandose bajo la capa, fuera de la taberna se notaba el frio, pero seguro que en cuanto llegase a casa lo esperaban unos muslos humedos abiertos para él. Abrio la portezuela que daba a la parte de atras de la casa, y sin encender luz alguna, se abrio paso hasta el dormitorio. Tal y como pensaba, la mujer lo esperaba ya desnuda en la cama, con todo su sexo humedo por el juego lascivo que tenian sus dedos. No tenia tiempo para juegos esa noche. Sin quitarse la ropa, se bajo el calzon de tela basta y la penetro salvajamente. Los gritos de la mujer sonaban amortiguados contra los cojines. Justo antes de terminar, la puso frente a el para que lo mirase a la cara. La beso con pasion para que no se fijase en la explosion de placer que se estaba produciendo en su interior.

- Toma regalo final Roland - penso para si mientras descargaba su semilla en el interior de la esposa del caballero.

La mujer sabia que Roland no tardaria en llegar, asi que se vistio y ordeno como pudo la habitacion para no dejar evidencias. Se palpo los muslos pero no encontro rastro alguno de lo que, por contra, deberia estar ahi... miro de nuevo donde habia estado Kelvin, maldiciendolo por dentro al darse cuenta donde habia depositado su semilla. Miró el pequeño mueble de madera de tejo y vio una bolsa de cuero sobre el. Lo abrio, y con gran sorpresa, saco joyas de oro, plata, engarzados, diademas y demas piezas de damiselas adineradas.
Roland entró malhumorado en la estancia, y vio a su mujer con la bolsita de cuero en las manos, aun sonriendo. Nadie supo que paso con la mujer del caballero, pero desde ese dia, nadie mas vio a Roland con Laura, o mujer alguna.