Una mañana cualquiera...
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Una mañana cualquiera...
El bulto de cuero fino y curtido se movió y rezongó unas ininteligibles palabras, mientras Rouse le daba insistentes golpecitos con la punta del pie.
El muchacho se destapó, bostezando y observó a su melliza. Entornó los ojos y masculló una maldición, volviéndose a tumbar de espaldas sobre el lecho y cubriéndose con las pieles.
- Despierta, vago. ¡Ya es de día! - le espetó Rouse.
- Solo un rato más...
Los dos jóvenes aferraron las mantas tirando de ellas a la par, mientras sus verdes miradas se posaban una sobre otra con tozudez.
- ¡Que te levantes!
- ¡No!
- ¡Sí!
La escaramuza verbal siguió su habitual curso durante varios minutos, hasta que Ross decidió de mala gana tirar las pieles a un lado y levantarse. Observó a Rouse, iba con un vestido rojo chillón, que resaltaba sus ojos verdes, y hacía juego con su bonita y larga melena ondulada y rojiza.
- ¡Eres insoportable!
- ¡No! ¡Tu eres insoportable!
- No se como te aguanto, pendón. Ese escote no te favorece. Nada que resalte esas espachurradas tetas te favorece.
- ... Mira Quién fue a hablar, don pelo desteñido. Además, te estás quedando calvo.
La ofendida la muchacha le tiró una manzana verde. Su hermano la cogió al vuelo y la dejó a un lado.
- ¡Mentira! - se levantó ágil y la cogió por las muñecas. - Además, ya se me ven las raíces del pelo.
- Sí, de ese feo pelirrojo.
- El mismo que el tuyo. Boba.
- No es el mismo color, ¡el mío es más bonito!
- Es cierto, no somos iguales, ¡yo soy mas guapo que tu!
Forcejearon, cayendo y rodando sobre el jergón, entre un estruendo de risas, ante la mirada crítica y resignada de los habitantes que se iban despertando. Rouse apretó con fuerza los genitales de su hermano. La pelea había terminado de la forma más habitual.
- ¡Ah! ¡No, no, no...! ¡Zorra! - rígido y quieto como una estatua, y en tensión, hizo una mueca graciosa, esperando la benevolencia de la muchacha.
Rouse se apartó de él, con su risa de alegre cascabel, y Ross suspiró, frotando su nuca con una forzada sonrisa. Empezó a vestirse, hasta que Rouse tiró de su brazo impaciente.
- Espera, diantres. Espera. - caminó, intentando no caer mientras se ponía los pantalones, a trompicones.
Rouse rió de nuevo, divertida, ante el espectáculo. Se abrazó a él mientras se ponía las oscuras botas, y con voz empalagosa y mirada de niña buena le pidió algo de comer, como todas las mañanas. Se encaminaron hacia el banco, se sentaron en el suelo de piedra gris, compartiendo pescado en salazón y pan.
- Comida de pobres, pero comida al fin y al cabo. - dijeron al unísono, sonriendo.
- No me copies.
- No me copies tú...
Mientras caminaban por la ciudad, hablaban sobre las pesadillas que atenazaban a todos los habitantes. Esa noche habían tenido suerte, pero empezaba a ser habitual despertar y encontrar al otro manando sangre, asustado, herido y confundido.
Pararon ante los campos de cultivo, y Rouse se subió a la verja, oteando los campos, mientras su rojo pelo y su vestido ondeaban al viento. Ross sonrió a Minue y la saludó, alzando la mano alegremente. La Consejera se afanaba en recolectar manzanas, mientras Martha regaba las zanjas de tierra con tranquilidad y mirada seria.
Oyeron una voz grave y melodiosa y se acercaron al tronco del estanque, en donde Arzubel rasgaba una lira y tocaba una triste canción. Sammuel, cruzado de brazos y serio, escuchaba la música ensimismado en sus pensamientos, mientras Logaroo montaba anzuelos, intentando que no volara su sombrero de paja con el viento, y Aiura y Muadib se besaban y cuchicheaban, algo apartados en un rincón, cerca de los verdes setos.
Sobre las puertas de rejas, que ya empezaban a oxidarse por el salitre y la humedad, Ra y Ser Arkantos montaban guardia. Tenían la mirada seria e impasible hacia los exteriores de la ciudad y los dedos acariciando la empuñadura de sus espadas, como si en cualquier momento pudieran sufrir un ataque.
Recorrieron el camino, plagado de caballos, yeguas y mulas, a falta de un establo digno. Pasaron ante la posada de nuevo, arrugando la nariz por tal cantidad de sucio estiércol en las mismas puertas. Vislumbraron por la ventana a Lady Caroline Baelon y Xanth, removiendo y ordenando las pertenencias de su baúl. La noble parecía decir algo mordaz, mirando bajo su pamela beige a la acólita, que sonreía inocente, como de costumbre. Eskarina las observaba con curiosidad, paseándose descalza sobre la mesa. Tenía el pelo enmarañado y terroso, como si hubiera estado corriendo por los bosques, bajo la lluvia y las estrellas. Les pareció ver una gris sombra, pero la puerta se abrió y cerró con tanta rapidez que apenas pudieron estar seguros de si era el viejo y escurridizo Mormegil.
Siguieron el ancho camino de tierra, embarrado por las lluvias de esa misma noche. El jardín había florecido rojo y amarillo, con aroma a tierra mojada y polen dulzón. Sentados en los bancos, la Archibruja Tania mecía a su hija entre los brazos, mientras conversaba con Umer. Se callaron un instante al verlos pasar.
Salomon pasó raudo y veloz, con su amigable sonrisa y saludando con un gesto que no dejaba lugar a dudas. Debía temer que le encargaran trabajo, y seguro que tenía como siempre mil cosas que hacer.
- Me aburro. - dijo Rouse, pellizcando a Ross, mientras caminaban sin rumbo fijo.
- ¡Au! - se frotó el brazo. - Ya veo que te buscas entretenimiento a mi costa.
- Es que me aburrooo.... - se quejó con vocecita infantil la chica.
- Mejor. Eso significa que no te metes en líos. - sonrió su hermano, mientras le pasaba el brazo alrededor de los hombros y suspiraba. - ¿Una partida de dados?
- Con la mala suerte que tienes, te desplumaré, burro.
- Todo por hacerte feliz, idiota.
- Entonces entrenemos un poco. Estás oxidado.
- No pienso hacerte daño, Rouse. - la miro, severo.
Empezó a llover, y como dos gotas de agua, y tal para cuál, los mellizos siguieron su camino hacia el refugio de la Torre Blanca. Cuando paró de llover, la melliza lo zarandeó con fuerza.
- Entrenar, entrenar, entrenar, entrenar...
- ¡Joder! Vale, vale... - suspiró. - Es que no se te puede negar nada, ¿eh?
Se dirigieron al sur, hacia los verdes campos de hierba, donde las ovejas balaban, empapadas, pero tranquilas. Ross desenvainó la espada y la sopesó entre las manos, mientras su hermana, señalaba sus ojos con dos dedos, con sonrisa pícara, y luego los de su mellizo.
- Te ganaré. - dijo ella, sonriendo.
- Siempre juegas con ventaja.- respondió él, serio.
La danza de espadas empezó, cada cual era más ágil que el otro. Intentaban confundir y dar esquinazo a su adversario. Era un baile de filos y cuerpos, cada instante un reto; no se podía perder ni un segundo de vista al rival sin temer que apareciera a su espalda. Se rodeaban el uno al otro, jugando como tantos años atrás, pero ahora con armas certeras.
Rouse notó la presencia a sus espaldas, giró bruscamente, esquivando la punta afilada con un grácil movimiento. Atacó de lleno, y Ross consiguió moverse con gracia, dejándola a un lado. La espada arañó el jubón de cuero, saltaron, separándose el uno del otro, jadeando. Volvieron a la carga, y entrechocaron el metal forjado, una y otra vez, sin descanso. Las chispas y el sonido de las descargas de acero se sucedían con violencia.
Tras largo rato, se tumbaron extenuados, riendo, en la hierba mojada, con los brazos sobre la cabeza, mirando al cielo. Clavaron las espadas en la tierra blanda; el grabado de Trueno Justiciero les hizo pensar en Loran, al que ya no se veía nunca por la ciudad.
- No me gusta esa capa. - dijo Rouse.
- No me importa, hermanita. - le sonrió Ross. - ¿No te hice daño, verdad?
- Claro que no. - muy digna.
- Psss... Creída. - sonrió él.
Una urraca pasó volando, y defecó muy cerca de ellos. Graznaba como si se riera del mundo entero.
- ¿Esa no es la urraca de Filomeo? ¿Jack...?- preguntó Ross.
- Eso parece. Oye, ¿no lleva algo brillante en el pico? ¿Es un collar? - Rouse se puso las manos como visera, intentando ojear mejor al pájaro que pasaba de largo.
Se miraron el uno al otro y se cogieron de la mano. Esos días apacibles, en los que volvían a ser niños, eran todo lo que podían desear, o casi.
P.d. Buenas historias, todas, me hizo mucha gracia ver una historia de la urraca xD y me animé a seguir la tonteria. Ya es un PJ famoso en Albor el bichejo este. Buena idea, kerohs.
El muchacho se destapó, bostezando y observó a su melliza. Entornó los ojos y masculló una maldición, volviéndose a tumbar de espaldas sobre el lecho y cubriéndose con las pieles.
- Despierta, vago. ¡Ya es de día! - le espetó Rouse.
- Solo un rato más...
Los dos jóvenes aferraron las mantas tirando de ellas a la par, mientras sus verdes miradas se posaban una sobre otra con tozudez.
- ¡Que te levantes!
- ¡No!
- ¡Sí!
La escaramuza verbal siguió su habitual curso durante varios minutos, hasta que Ross decidió de mala gana tirar las pieles a un lado y levantarse. Observó a Rouse, iba con un vestido rojo chillón, que resaltaba sus ojos verdes, y hacía juego con su bonita y larga melena ondulada y rojiza.
- ¡Eres insoportable!
- ¡No! ¡Tu eres insoportable!
- No se como te aguanto, pendón. Ese escote no te favorece. Nada que resalte esas espachurradas tetas te favorece.
- ... Mira Quién fue a hablar, don pelo desteñido. Además, te estás quedando calvo.
La ofendida la muchacha le tiró una manzana verde. Su hermano la cogió al vuelo y la dejó a un lado.
- ¡Mentira! - se levantó ágil y la cogió por las muñecas. - Además, ya se me ven las raíces del pelo.
- Sí, de ese feo pelirrojo.
- El mismo que el tuyo. Boba.
- No es el mismo color, ¡el mío es más bonito!
- Es cierto, no somos iguales, ¡yo soy mas guapo que tu!
Forcejearon, cayendo y rodando sobre el jergón, entre un estruendo de risas, ante la mirada crítica y resignada de los habitantes que se iban despertando. Rouse apretó con fuerza los genitales de su hermano. La pelea había terminado de la forma más habitual.
- ¡Ah! ¡No, no, no...! ¡Zorra! - rígido y quieto como una estatua, y en tensión, hizo una mueca graciosa, esperando la benevolencia de la muchacha.
Rouse se apartó de él, con su risa de alegre cascabel, y Ross suspiró, frotando su nuca con una forzada sonrisa. Empezó a vestirse, hasta que Rouse tiró de su brazo impaciente.
- Espera, diantres. Espera. - caminó, intentando no caer mientras se ponía los pantalones, a trompicones.
Rouse rió de nuevo, divertida, ante el espectáculo. Se abrazó a él mientras se ponía las oscuras botas, y con voz empalagosa y mirada de niña buena le pidió algo de comer, como todas las mañanas. Se encaminaron hacia el banco, se sentaron en el suelo de piedra gris, compartiendo pescado en salazón y pan.
- Comida de pobres, pero comida al fin y al cabo. - dijeron al unísono, sonriendo.
- No me copies.
- No me copies tú...
Mientras caminaban por la ciudad, hablaban sobre las pesadillas que atenazaban a todos los habitantes. Esa noche habían tenido suerte, pero empezaba a ser habitual despertar y encontrar al otro manando sangre, asustado, herido y confundido.
Pararon ante los campos de cultivo, y Rouse se subió a la verja, oteando los campos, mientras su rojo pelo y su vestido ondeaban al viento. Ross sonrió a Minue y la saludó, alzando la mano alegremente. La Consejera se afanaba en recolectar manzanas, mientras Martha regaba las zanjas de tierra con tranquilidad y mirada seria.
Oyeron una voz grave y melodiosa y se acercaron al tronco del estanque, en donde Arzubel rasgaba una lira y tocaba una triste canción. Sammuel, cruzado de brazos y serio, escuchaba la música ensimismado en sus pensamientos, mientras Logaroo montaba anzuelos, intentando que no volara su sombrero de paja con el viento, y Aiura y Muadib se besaban y cuchicheaban, algo apartados en un rincón, cerca de los verdes setos.
Sobre las puertas de rejas, que ya empezaban a oxidarse por el salitre y la humedad, Ra y Ser Arkantos montaban guardia. Tenían la mirada seria e impasible hacia los exteriores de la ciudad y los dedos acariciando la empuñadura de sus espadas, como si en cualquier momento pudieran sufrir un ataque.
Recorrieron el camino, plagado de caballos, yeguas y mulas, a falta de un establo digno. Pasaron ante la posada de nuevo, arrugando la nariz por tal cantidad de sucio estiércol en las mismas puertas. Vislumbraron por la ventana a Lady Caroline Baelon y Xanth, removiendo y ordenando las pertenencias de su baúl. La noble parecía decir algo mordaz, mirando bajo su pamela beige a la acólita, que sonreía inocente, como de costumbre. Eskarina las observaba con curiosidad, paseándose descalza sobre la mesa. Tenía el pelo enmarañado y terroso, como si hubiera estado corriendo por los bosques, bajo la lluvia y las estrellas. Les pareció ver una gris sombra, pero la puerta se abrió y cerró con tanta rapidez que apenas pudieron estar seguros de si era el viejo y escurridizo Mormegil.
Siguieron el ancho camino de tierra, embarrado por las lluvias de esa misma noche. El jardín había florecido rojo y amarillo, con aroma a tierra mojada y polen dulzón. Sentados en los bancos, la Archibruja Tania mecía a su hija entre los brazos, mientras conversaba con Umer. Se callaron un instante al verlos pasar.
Salomon pasó raudo y veloz, con su amigable sonrisa y saludando con un gesto que no dejaba lugar a dudas. Debía temer que le encargaran trabajo, y seguro que tenía como siempre mil cosas que hacer.
- Me aburro. - dijo Rouse, pellizcando a Ross, mientras caminaban sin rumbo fijo.
- ¡Au! - se frotó el brazo. - Ya veo que te buscas entretenimiento a mi costa.
- Es que me aburrooo.... - se quejó con vocecita infantil la chica.
- Mejor. Eso significa que no te metes en líos. - sonrió su hermano, mientras le pasaba el brazo alrededor de los hombros y suspiraba. - ¿Una partida de dados?
- Con la mala suerte que tienes, te desplumaré, burro.
- Todo por hacerte feliz, idiota.
- Entonces entrenemos un poco. Estás oxidado.
- No pienso hacerte daño, Rouse. - la miro, severo.
Empezó a llover, y como dos gotas de agua, y tal para cuál, los mellizos siguieron su camino hacia el refugio de la Torre Blanca. Cuando paró de llover, la melliza lo zarandeó con fuerza.
- Entrenar, entrenar, entrenar, entrenar...
- ¡Joder! Vale, vale... - suspiró. - Es que no se te puede negar nada, ¿eh?
Se dirigieron al sur, hacia los verdes campos de hierba, donde las ovejas balaban, empapadas, pero tranquilas. Ross desenvainó la espada y la sopesó entre las manos, mientras su hermana, señalaba sus ojos con dos dedos, con sonrisa pícara, y luego los de su mellizo.
- Te ganaré. - dijo ella, sonriendo.
- Siempre juegas con ventaja.- respondió él, serio.
La danza de espadas empezó, cada cual era más ágil que el otro. Intentaban confundir y dar esquinazo a su adversario. Era un baile de filos y cuerpos, cada instante un reto; no se podía perder ni un segundo de vista al rival sin temer que apareciera a su espalda. Se rodeaban el uno al otro, jugando como tantos años atrás, pero ahora con armas certeras.
Rouse notó la presencia a sus espaldas, giró bruscamente, esquivando la punta afilada con un grácil movimiento. Atacó de lleno, y Ross consiguió moverse con gracia, dejándola a un lado. La espada arañó el jubón de cuero, saltaron, separándose el uno del otro, jadeando. Volvieron a la carga, y entrechocaron el metal forjado, una y otra vez, sin descanso. Las chispas y el sonido de las descargas de acero se sucedían con violencia.
Tras largo rato, se tumbaron extenuados, riendo, en la hierba mojada, con los brazos sobre la cabeza, mirando al cielo. Clavaron las espadas en la tierra blanda; el grabado de Trueno Justiciero les hizo pensar en Loran, al que ya no se veía nunca por la ciudad.
- No me gusta esa capa. - dijo Rouse.
- No me importa, hermanita. - le sonrió Ross. - ¿No te hice daño, verdad?
- Claro que no. - muy digna.
- Psss... Creída. - sonrió él.
Una urraca pasó volando, y defecó muy cerca de ellos. Graznaba como si se riera del mundo entero.
- ¿Esa no es la urraca de Filomeo? ¿Jack...?- preguntó Ross.
- Eso parece. Oye, ¿no lleva algo brillante en el pico? ¿Es un collar? - Rouse se puso las manos como visera, intentando ojear mejor al pájaro que pasaba de largo.
Se miraron el uno al otro y se cogieron de la mano. Esos días apacibles, en los que volvían a ser niños, eran todo lo que podían desear, o casi.
P.d. Buenas historias, todas, me hizo mucha gracia ver una historia de la urraca xD y me animé a seguir la tonteria. Ya es un PJ famoso en Albor el bichejo este. Buena idea, kerohs.
Neisseria- Cantidad de envíos : 566
Fecha de inscripción : 29/06/2010
Edad : 39
Re: Una mañana cualquiera...
PD.D: Mola ver como es la vida de Albor desde la perspectiva de unos... "niños".
Kerohs- Cantidad de envíos : 1001
Fecha de inscripción : 30/07/2010
Edad : 37
Localización : Madrid/Malaga
Re: Una mañana cualquiera...
Kerohs escribió:PD.D: Mola ver como es la vida de Albor desde la perspectiva de unos... "niños".
Simplemente... ¿EIN...? No pillo la indirecta. xddd
Neisseria- Cantidad de envíos : 566
Fecha de inscripción : 29/06/2010
Edad : 39
Re: Una mañana cualquiera...
Jodo, no era indirecta... es que siempre he visto a esos dos pj como niños... nada mas. Y mola ver como ven ellos el mundo.
Kerohs- Cantidad de envíos : 1001
Fecha de inscripción : 30/07/2010
Edad : 37
Localización : Madrid/Malaga
Re: Una mañana cualquiera...
Kerohs escribió:Jodo, no era indirecta... es que siempre he visto a esos dos pj como niños... nada mas. Y mola ver como ven ellos el mundo.
Perdón, es la costumbre contigo. xD Sí, son unos criajos.
Neisseria- Cantidad de envíos : 566
Fecha de inscripción : 29/06/2010
Edad : 39
Re: Una mañana cualquiera...
*Aplaude* Muy buena!!!
pd: buena idea la de kerohs por lo que estoy viendo, quizas me anime a hacer yo algo... no se
pd: buena idea la de kerohs por lo que estoy viendo, quizas me anime a hacer yo algo... no se
Xanth- Cantidad de envíos : 184
Fecha de inscripción : 09/04/2011
Edad : 33
Localización : Albacete (España)
Re: Una mañana cualquiera...
Si que está muy guapa Neiss A escribir más!
Kaileenah- Cantidad de envíos : 187
Fecha de inscripción : 13/11/2010
Edad : 39
Localización : Nunca Jamás
Re: Una mañana cualquiera...
Vaya una fama voy a criar, perra xDDDDDD
Aixa- Cantidad de envíos : 77
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 35
Localización : Murcia
Re: Una mañana cualquiera...
Aixa escribió:Vaya una fama voy a criar, perra xDDDDDD
Te la haces tú solita, zorroncio! xDDD Ya sabes, contraataca con una historia o calla para siempre! xD
Neisseria- Cantidad de envíos : 566
Fecha de inscripción : 29/06/2010
Edad : 39
Re: Una mañana cualquiera...
Puede que saque algo de tiempo... 8DDD (K)(K)
Aixa- Cantidad de envíos : 77
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 35
Localización : Murcia
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