Un día cualquiera en Etrania.
5 participantes
Página 1 de 1.
Un día cualquiera en Etrania.
Un nuevo día se levantaba sobre Etrania y la torre blanca lucía con un blanco amarilloso. Había amontonado grandes riquezas desde que vine aquí y la comida, gracias a mi siervo y los benefactores que cultivaban la tierra al lado de la muralla blanca no me faltaba.
Nada más levantarme decidí molestar a mi siervo dándole golpes en la frente hasta que abrió un ojo, con un lento y flojo esfuerzo intentó apartarme con un brazo, lo esquivé antes siquiera de que hubiese levantado la mano: que patético. Le amonesté hasta que decidió darme unas semillas que comí gustoso y me marché a disfrutar de este nuevo día.
Unas pocas semillas no saciaban mi apetito por lo que fui hasta uno de los campos de cultivo y comí hasta que no pude más ¡Qué ricas estaban las manzanas y las peras!
De repente, a lo lejos, un brillo intenso que me llamaba captó mi atención, era precioso y debía ser para mí. Seguro que era un regalo por mi estancia en esta pobre ciudad llena de vagabundos. Corrí raudo a ver mi preciado regalo, era redondo y naranja, su brillo se asomaba por la hendidura de una bolsa que estaba atada a un cinturón así que me acerqué y cogí el bonito objeto, mientras me marchaba me entró un apretón por la ingente cantidad de comida que había desayuno por lo que tuve que desahogarme mientras agarraba mi regalo, inexplicablemente se oyó un estruendoso y furioso sonido pero decidí seguir mi marcha a mi guarida llena de tesoros sin prestar atención.
En el punto más alto de la ciudad, allí donde ningún ladrón puede llegar hay un agujero en un muro idóneo para mis tesoros y mi casa secreta, cuando llegué contemple todas mis posesiones y sentí un gran orgullo, me puse en medio de todos los brillantes tesoros y dormí un rato con gran regocijo.
Desperté cuando el sol estaba escondiéndose debido a que volvía a tener hambre, me apresuré directo hasta mi siervo para exigir más comida pero al llegar observé que ya estaba preparada. Mientras comía se oían sonidos provenientes de mi siervo, era bastante ruidoso, este siervo mío nunca se callaba. Algún día quizá tenga que buscar a otro más silencioso.
-No sabes más que comer. Te va a dar algo como sigas comiendo así Jack. - Decía Filomeo.
PD: Me gustó la idea de Kerosh y puede servir para pasar el rato en este parón. Espero que alguien más se anime y postee una pequeña historia hablando de lo cotidiano sin meternos en política y que nos pueda entretener. Lo posteo además en General en vez de Plaza para que pueda servir para hablar de forma coloquial y no inrol siempre.
Nada más levantarme decidí molestar a mi siervo dándole golpes en la frente hasta que abrió un ojo, con un lento y flojo esfuerzo intentó apartarme con un brazo, lo esquivé antes siquiera de que hubiese levantado la mano: que patético. Le amonesté hasta que decidió darme unas semillas que comí gustoso y me marché a disfrutar de este nuevo día.
Unas pocas semillas no saciaban mi apetito por lo que fui hasta uno de los campos de cultivo y comí hasta que no pude más ¡Qué ricas estaban las manzanas y las peras!
De repente, a lo lejos, un brillo intenso que me llamaba captó mi atención, era precioso y debía ser para mí. Seguro que era un regalo por mi estancia en esta pobre ciudad llena de vagabundos. Corrí raudo a ver mi preciado regalo, era redondo y naranja, su brillo se asomaba por la hendidura de una bolsa que estaba atada a un cinturón así que me acerqué y cogí el bonito objeto, mientras me marchaba me entró un apretón por la ingente cantidad de comida que había desayuno por lo que tuve que desahogarme mientras agarraba mi regalo, inexplicablemente se oyó un estruendoso y furioso sonido pero decidí seguir mi marcha a mi guarida llena de tesoros sin prestar atención.
En el punto más alto de la ciudad, allí donde ningún ladrón puede llegar hay un agujero en un muro idóneo para mis tesoros y mi casa secreta, cuando llegué contemple todas mis posesiones y sentí un gran orgullo, me puse en medio de todos los brillantes tesoros y dormí un rato con gran regocijo.
Desperté cuando el sol estaba escondiéndose debido a que volvía a tener hambre, me apresuré directo hasta mi siervo para exigir más comida pero al llegar observé que ya estaba preparada. Mientras comía se oían sonidos provenientes de mi siervo, era bastante ruidoso, este siervo mío nunca se callaba. Algún día quizá tenga que buscar a otro más silencioso.
-No sabes más que comer. Te va a dar algo como sigas comiendo así Jack. - Decía Filomeo.
PD: Me gustó la idea de Kerosh y puede servir para pasar el rato en este parón. Espero que alguien más se anime y postee una pequeña historia hablando de lo cotidiano sin meternos en política y que nos pueda entretener. Lo posteo además en General en vez de Plaza para que pueda servir para hablar de forma coloquial y no inrol siempre.
Yancai- Cantidad de envíos : 44
Fecha de inscripción : 20/10/2009
Re: Un día cualquiera en Etrania.
El sol apenas salia por el horizonte y aquel maldito pajarraco ya estaba incordiando. Movi el brazo para espantarlo. Aun me preguntaba por que seguia dando de comer a ese bichejo.
Mas por la inercia de la rutina que por otra cosa me levante aun medio dormido y saque un puñado de semillas. Las deje en un cuenco encima de la mesa donde ese rufian alado ya se serviria.
Despues de un ligero desayuno sali a dar un paseo matutino. Siempre miraba por el suelo a ver si encontraba alguna planta util, pero dentro de Albor solo habia hierbajos. Estaba muy viejo para salir a buscar plantas por el bosque solo.
Mas tarde volvi a su cuarto a trabajar, leer , estudiar, escribir... cosas de brujos. Cuando quiero darme cuenta el sol ya ha pasado su zenith desde hace mucho. El hambre me saca de mis libros. Despues de comer trato de seguir pero la edad y la digestion tienen otros planes para mi y me quedo dormido hasta casi la puesta de sol.
Unas semillas mas para el pajaro que no tardara en volver a incordiar. Y con la luz de una vela retomo la lectura.
-Ah ahi estas Jack! ¿Donde te habias metido? Incordiando a todo Albor seguro. Un dia te quitaran las plumas para hacer un colchon!
Tal vez lo haga yo mismo. Por cierto! ¿No habras visto mi cadena de plata? La deje aqui ayer estoy seguro...
Jack no me mira mientras come. De hecho juraria que trata de darme la espalda a medida que me muevo por la habitacion...Maldito pajarraco.
PD: Muy buena tu historia Yancai
Mas por la inercia de la rutina que por otra cosa me levante aun medio dormido y saque un puñado de semillas. Las deje en un cuenco encima de la mesa donde ese rufian alado ya se serviria.
Despues de un ligero desayuno sali a dar un paseo matutino. Siempre miraba por el suelo a ver si encontraba alguna planta util, pero dentro de Albor solo habia hierbajos. Estaba muy viejo para salir a buscar plantas por el bosque solo.
Mas tarde volvi a su cuarto a trabajar, leer , estudiar, escribir... cosas de brujos. Cuando quiero darme cuenta el sol ya ha pasado su zenith desde hace mucho. El hambre me saca de mis libros. Despues de comer trato de seguir pero la edad y la digestion tienen otros planes para mi y me quedo dormido hasta casi la puesta de sol.
Unas semillas mas para el pajaro que no tardara en volver a incordiar. Y con la luz de una vela retomo la lectura.
-Ah ahi estas Jack! ¿Donde te habias metido? Incordiando a todo Albor seguro. Un dia te quitaran las plumas para hacer un colchon!
Tal vez lo haga yo mismo. Por cierto! ¿No habras visto mi cadena de plata? La deje aqui ayer estoy seguro...
Jack no me mira mientras come. De hecho juraria que trata de darme la espalda a medida que me muevo por la habitacion...Maldito pajarraco.
PD: Muy buena tu historia Yancai
Nai- Cantidad de envíos : 1422
Fecha de inscripción : 10/09/2009
Re: Un día cualquiera en Etrania.
No quiero crear tema y como este fué el primer post de ronda de historias cuelgo la mía.
--------------------------------------
Anécdotas de Rostow
Cerveza, humos y demás risas
--------------------------------------
Anécdotas de Rostow
Cerveza, humos y demás risas
Esta anécdota la conocen pocos. Solo los más viejos y estúpidos serían capaces de almacenar en el cerebro recuerdos tan poco útiles y de moraleja tan escasa.
Nos encontramos en los tiempos de Rostow, durante las escaramuzas contra los antiguos archienemigos conocidos como “los bandidos”. Diréis, “que nombre más estúpido”. Si, lo era, los que se dedicaron a estudiar la cultura de estos enemigos en aquellos tiempos tenían dos opciones: Guardarse sus conocimientos o solo intercambiar espadazos con ellos. Así que como enemigo público, tuvo un nombre de mal ver.
Los plebeyos en aquellos tiempos llenaban los comercios por la entrada de material armamentístico que traían los milicianos, mercenarios y aventureros. Las escaramuzas, aunque sangrientas y crueles, enriquecían la ciudad de Rostow.
Vayamos al día en concreto que quiero contar. Un sol de mañana iluminó las plazas de Rostow, volviendo algunos callejones más oscuros. Entre la sombra de un callejón se escuchaba el crujir del metal. Al salir, un hombre de casi dos metros de altura con armadura de placas, tez oscura y cabeza deformada. Se asomó, cerrando un poco los ojos por la luz del día.
- Saludos – Dijo el hombre de tez oscura a dos guardias que pasaban.
- Saludos – Respondió el mas alto siguiendo ambos su camino– Ese tipo es Mirgrof, un idiota que debería de haber muerto hace tiempo – Susurró a su compañero en cuanto se alejaron lo suficiente.
Mirgrof empezó a andar, despreocupado y con pasos de resaca. A pocos metros se le ocurrió la idea de fumar y beber cerveza en la plaza del Banco de Rostow. He de admitir que Mirgrof siempre ha tenido ojo para sacar un beneficio a partir de que el bebía y fumaba en esa plaza.
La taberna de Rostow siempre tan llena de gente. Con suerte no te encontrabas con un jugador excesivo que echase ojo a tu mochila.
- Un par de botellas y un trozo de caballo salado – Dijo Mirgrof pesadamente. Entonces escuchó un par de silbidos fuertes y miró hacia atrás. En una mesa sentados estaban Caliel y un hombre que parecía sacado de un establo - Hombre, mi amigo Caliel – Cogió sin mirar una botella de cerveza y tiró la otra rompiendose en el suelo. – Eh tabernero, invítame la que he tirado. – Miró al tabernero.
- No te acuerdas de mi nombre y yo te conozco desde que eras un moco – Miró a Mirgrof – Aun no me has pagado, se que trucos usas. – Esperó a que Mirgrof diese el dinero para dar ordenes gritando a un niño “ ¡Límpialo, rápido! ”.
Caliel dio un par de palmas a la espalda metálica de Mirgrof invitándolo a sentarse al lado suyo. Bebieron, intercambiaron un par de palabras y ambos miraron al invitado de piel sucia.
- ¿Y este quien es? – Dijo Mirgrof mirando al desconocido.
- Es un cuadrillero. Le prometí dinero y se ha venido conmigo – dijo Caliel con total naturalidad – Es pobre y un poco idiota.
- ¿Como te llamas, pobre e idiota? – Dijo Mirgrof con gracia de chiste malo.
- Ramsey … - El cuadrillero parecía tímido y el dúo de guerreros opinaban en sus adentros “tan tímido que me dan ganas de atizarle”.
- ¿Y quien es tu señor? – Mirgrof seguía con un tono burlón. Y al ver que no respondía, dentro de el se le encendía un calor imaginativo en la sien derecha y empezó a tocársela - Te lo sacaré a puñetazos.
- Mirgrof estaría bien endiñarle pero así no conseguiremos nada, pensemos – Caliel empezó a tocarse la barbilla mientras pensaba y aunque distraído por el trasero bien puesto de una plebeya, contempló un plan y gritó – ¡ Aquí tengo dos mil monedas de cobre para que no acabe la cerveza en esta mesa ¡ - golpeó la mesa contento – Nos pondremos los tres tan borrachos que acabaremos averiguándolo.
El cuadrillero sabía que cometió un error siguiendo a Caliel al transcurrir dos horas bebiendo y habiendo recibido una media de cinco trotazos de parte de sus acompañantes. Y a las siguientes tres horas poco le importaba donde estaba, tanto que se desplazó inconcientemente a una situación un tanto peliaguda.
Caliel y Mirgrof gritaban “¡ Ramsey tu puedes ¡” mientras el cuadrillero con una vista borrosa hacía frente a un lobo en los bosques del Culto. El cuadrillero nunca había sentido esa euforia, mezcla de alcohol y muerte acechando en sus hombros. Puede que para nuestro poco conocido, está era la mayor libertad que podía saborear. Poco orientado, tomó impulso para pegarle una patada y se cayó. El lobo se abalanzó mordiéndole una pierna y no soltándola. El cuadrillero tumbado en posición fetal, escuchaba los confusos sonidos de risas, el gruñido del lobo y sus propios gritos. Notó que ya no sentía la presión que ejercía el lobo en su pierna y vio a la pareja de guerreros mirándolo.
- Tranquilo Ramsey, tengo nociones de curación gracias a Tania – Entonces Mirgrof sacó una botella de cerveza de la mochila y empezó a derramarla sobre la pierna herida – Esto corta la sangre – No paraba de reír mientras arrojaba el líquido bronceado.
- Venga Ramsey, arriba – Caliel ayudó a que el cuadrillero se levantase – Bien, has pasado la prueba
- Yo aun no se el nombre de su señor, pero tengo otra idea. – Un poco mareado miró a su alrededor y señaló un conjunto de árboles – Vamos para allá.
Sentados en círculo, Mirgrof sentenció lo que quedaba de día y noche con un té de la trompeta de los muertos. Esta parte no me la sé, pues no soy capaz de saber que vieron y por que percibieron así el mundo real.
Todo acabó en caminos separados, forjando el estilo de vida que llevaban nuestros protagonistas.
El señor del cuadrillero era el Sargento Arkantos. Caliel acabó siendo obligado a pedir disculpas públicas por el trato al cuadrillero afianzándose aun más en la milicia, que lo llevaría a una larga carrera en la Orden de Thanatos. Mirgrof fué encerrado en calabozo durante cuatro enios, siendo obligado a llevar la capa de la milicia el día de la guerra de Rostow, dejando su huella que el era un guerrero esclavizado por el cobre. Ramsey perdió una apuesta y actualmente sigue llevando su derrota puesta: Un vestido largo de mujer.
Nos encontramos en los tiempos de Rostow, durante las escaramuzas contra los antiguos archienemigos conocidos como “los bandidos”. Diréis, “que nombre más estúpido”. Si, lo era, los que se dedicaron a estudiar la cultura de estos enemigos en aquellos tiempos tenían dos opciones: Guardarse sus conocimientos o solo intercambiar espadazos con ellos. Así que como enemigo público, tuvo un nombre de mal ver.
Los plebeyos en aquellos tiempos llenaban los comercios por la entrada de material armamentístico que traían los milicianos, mercenarios y aventureros. Las escaramuzas, aunque sangrientas y crueles, enriquecían la ciudad de Rostow.
Vayamos al día en concreto que quiero contar. Un sol de mañana iluminó las plazas de Rostow, volviendo algunos callejones más oscuros. Entre la sombra de un callejón se escuchaba el crujir del metal. Al salir, un hombre de casi dos metros de altura con armadura de placas, tez oscura y cabeza deformada. Se asomó, cerrando un poco los ojos por la luz del día.
- Saludos – Dijo el hombre de tez oscura a dos guardias que pasaban.
- Saludos – Respondió el mas alto siguiendo ambos su camino– Ese tipo es Mirgrof, un idiota que debería de haber muerto hace tiempo – Susurró a su compañero en cuanto se alejaron lo suficiente.
Mirgrof empezó a andar, despreocupado y con pasos de resaca. A pocos metros se le ocurrió la idea de fumar y beber cerveza en la plaza del Banco de Rostow. He de admitir que Mirgrof siempre ha tenido ojo para sacar un beneficio a partir de que el bebía y fumaba en esa plaza.
La taberna de Rostow siempre tan llena de gente. Con suerte no te encontrabas con un jugador excesivo que echase ojo a tu mochila.
- Un par de botellas y un trozo de caballo salado – Dijo Mirgrof pesadamente. Entonces escuchó un par de silbidos fuertes y miró hacia atrás. En una mesa sentados estaban Caliel y un hombre que parecía sacado de un establo - Hombre, mi amigo Caliel – Cogió sin mirar una botella de cerveza y tiró la otra rompiendose en el suelo. – Eh tabernero, invítame la que he tirado. – Miró al tabernero.
- No te acuerdas de mi nombre y yo te conozco desde que eras un moco – Miró a Mirgrof – Aun no me has pagado, se que trucos usas. – Esperó a que Mirgrof diese el dinero para dar ordenes gritando a un niño “ ¡Límpialo, rápido! ”.
Caliel dio un par de palmas a la espalda metálica de Mirgrof invitándolo a sentarse al lado suyo. Bebieron, intercambiaron un par de palabras y ambos miraron al invitado de piel sucia.
- ¿Y este quien es? – Dijo Mirgrof mirando al desconocido.
- Es un cuadrillero. Le prometí dinero y se ha venido conmigo – dijo Caliel con total naturalidad – Es pobre y un poco idiota.
- ¿Como te llamas, pobre e idiota? – Dijo Mirgrof con gracia de chiste malo.
- Ramsey … - El cuadrillero parecía tímido y el dúo de guerreros opinaban en sus adentros “tan tímido que me dan ganas de atizarle”.
- ¿Y quien es tu señor? – Mirgrof seguía con un tono burlón. Y al ver que no respondía, dentro de el se le encendía un calor imaginativo en la sien derecha y empezó a tocársela - Te lo sacaré a puñetazos.
- Mirgrof estaría bien endiñarle pero así no conseguiremos nada, pensemos – Caliel empezó a tocarse la barbilla mientras pensaba y aunque distraído por el trasero bien puesto de una plebeya, contempló un plan y gritó – ¡ Aquí tengo dos mil monedas de cobre para que no acabe la cerveza en esta mesa ¡ - golpeó la mesa contento – Nos pondremos los tres tan borrachos que acabaremos averiguándolo.
El cuadrillero sabía que cometió un error siguiendo a Caliel al transcurrir dos horas bebiendo y habiendo recibido una media de cinco trotazos de parte de sus acompañantes. Y a las siguientes tres horas poco le importaba donde estaba, tanto que se desplazó inconcientemente a una situación un tanto peliaguda.
Caliel y Mirgrof gritaban “¡ Ramsey tu puedes ¡” mientras el cuadrillero con una vista borrosa hacía frente a un lobo en los bosques del Culto. El cuadrillero nunca había sentido esa euforia, mezcla de alcohol y muerte acechando en sus hombros. Puede que para nuestro poco conocido, está era la mayor libertad que podía saborear. Poco orientado, tomó impulso para pegarle una patada y se cayó. El lobo se abalanzó mordiéndole una pierna y no soltándola. El cuadrillero tumbado en posición fetal, escuchaba los confusos sonidos de risas, el gruñido del lobo y sus propios gritos. Notó que ya no sentía la presión que ejercía el lobo en su pierna y vio a la pareja de guerreros mirándolo.
- Tranquilo Ramsey, tengo nociones de curación gracias a Tania – Entonces Mirgrof sacó una botella de cerveza de la mochila y empezó a derramarla sobre la pierna herida – Esto corta la sangre – No paraba de reír mientras arrojaba el líquido bronceado.
- Venga Ramsey, arriba – Caliel ayudó a que el cuadrillero se levantase – Bien, has pasado la prueba
- Yo aun no se el nombre de su señor, pero tengo otra idea. – Un poco mareado miró a su alrededor y señaló un conjunto de árboles – Vamos para allá.
Sentados en círculo, Mirgrof sentenció lo que quedaba de día y noche con un té de la trompeta de los muertos. Esta parte no me la sé, pues no soy capaz de saber que vieron y por que percibieron así el mundo real.
Todo acabó en caminos separados, forjando el estilo de vida que llevaban nuestros protagonistas.
El señor del cuadrillero era el Sargento Arkantos. Caliel acabó siendo obligado a pedir disculpas públicas por el trato al cuadrillero afianzándose aun más en la milicia, que lo llevaría a una larga carrera en la Orden de Thanatos. Mirgrof fué encerrado en calabozo durante cuatro enios, siendo obligado a llevar la capa de la milicia el día de la guerra de Rostow, dejando su huella que el era un guerrero esclavizado por el cobre. Ramsey perdió una apuesta y actualmente sigue llevando su derrota puesta: Un vestido largo de mujer.
Mirgrof- Cantidad de envíos : 326
Fecha de inscripción : 28/10/2009
Edad : 104
Localización : Miami
Re: Un día cualquiera en Etrania.
Jajajaja, mola Mirgrof, me pusiste nostálgica de otros tiempos... xD Queremos jugaaar y tener más cosas que contar!!
Kaileenah- Cantidad de envíos : 187
Fecha de inscripción : 13/11/2010
Edad : 39
Localización : Nunca Jamás
Re: Un día cualquiera en Etrania.
Si va de recuerdos aquí tenéis otro.
El origen de la leyenda de los 100 metros banco de Salomón.
Me hallaba como siempre, trabajando en la sastrería muy ensimismado, la noche estaba muy avanzada, la ciudad dormía como debería haber estado yo, también durmiendo, pero me había propuesto terminar un encargo para el día siguiente, y aprovechando el silencio y la tranquilidad que proporcionan esas horas, decidí que un empujón a mi tarea me dejaría el día siguiente más libre.
De todos modos mi sexto sentido se encontraba como siempre, alerta, ya habían corrido rumores por la ciudad, la presencia de algunas personas de mal talante despertaron las sospechas de que algo no muy bueno se tramaba. Me advirtieron que tuviese cuidado, pero como todo el mundo sabe, lo mío es el trabajo, lo demás no suele interesarme demasiado, no hay lio ni follón en el que sean capaces de meterme, como mucho una partida de dados en la taberna, en la que perdía una cuantas monedas y me entretenía algunas noches.
En el silencio oí por la parte de fuera de la muralla a la que daba la sastrería, pasar un caballo y el ruido metálico de una armadura, venia al paso, con tranquilidad, pensé otro guerrero que vuelve de dar una vuelta de tuerca a los bandidos, un poco de cobre no les viene mal. Mire por la ventana y la visión me lo confirmó, bien pensé, todo tranquilo. No lo conozco, pero siempre andan llegando gentes nuevas a la ciudad, con lo que no me pareció extraño verlo.
Seguí con mis quehaceres, termine de hilar el algodón que tenía en la mochila, hice unas cuantas togas mas y decidí que por aquella noche ya había tenido bastante, subí a la planta de arriba y vendí mi trabajo.
Estaba ya acabando con la sastra cuando sin previo aviso, me sorprendió ver en la habitación al guerrero de antes, le salude como es mi costumbre, y le pregunte amablemente si necesitaba algo.
¡Sorpresa! El hombre se pone en guardia y sin mediar palabra desenvaina su arma, me mira con fijeza y se acerca amenazante hacia mí, ¡Por Gibil! Pensé este no quiere reparaciones a lo que veo.
En menos que canta un gallo reaccione, y creo que para su sorpresa, echando a correr como un poseso, primero por la habitación intentando evitarlo, ya que me tenia bloqueada la escalera, ¡mala cosa!
La única salida está a su espalda, Salomón ¡ espabila que hay prisa, cogí carrerilla desde el fondo de la habitación y como una tromba me eche encima de mi agresor, le empuje casi sin mirar y aguantando la respiración, rogaba porque no me enganchara con su bardiche, lo único que yo llevaba para mi defensa era un martillo, y como armadura un delantal de cuero.
Hubo suerte, como digo debió ser la sorpresa, pero me encontré bajando las escaleras a trompicones, los escalones me parecieron muchos, aquella escalera no se terminaba, no miraba atrás ni por todo el oro del Rey Ziban, lo único que yo quería era llegar a la calle para pedir ayuda a esa gente armada que llaman guardias, no son gran cosa, pero al menos tienen armas, pensé, ellos le detendrán.
Conseguí, y os juro que aun no sé cómo llegar a la planta de abajo entero, pero mi perseguidor no era manco, y con una rapidez digna de mejor fin se interpuso otra vez en mi camino a la puerta, ¡rediez! Pensé, este tipo es un gato, de donde ha salido? Si lo llevaba detrás y ahora está delante de la puerta.
La misma situación, solución parecida, correteos por la sala, esquivas a la vendedora, saltas la mesa, llegas a la puerta, ¡está cerrada! Ábrete ca....eso!
El tipo atizándome de lo lindo, claro que antes la costurera ya le había increpado por atropellarla, el caso es que conseguí con mis últimos arrestos de ánimo abrir la puerta y salir disparado como alma que lleva el viento.
Os juro que no se por donde escape, no recuerdo como llegue, pero cuando conseguí parar estaba en el banco, en la plaza que a esas horas de la noche estaba vacía, solo andaban por allí los guardias de la orden y aun se oía en toda la ciudad a un desaforado que gritaba como loco, GUARDIAS, GUARDIAS.
Me pare en la puerta del banco, mire hacia atrás y oí como uno de los guardias que estaba en la zona del mercado, en respuesta a mis voces le daba el alto al criminal, no se mas......
Creo que cuando entre en la posada estaba a punto de desmayarme, había recorrido la ciudad de punta a punta sin conciencia, sin conocimiento, solo con la vista puesta en no darme de bruces con las paredes para no darle a mi perseguidor la oportunidad de acorralarme.
Comencé a volver a notar la circulación en mi cuerpo, creo que se me había quedado congelada, Dai me miraba como si hubiera visto un fantasma, entre la sangre de mi herida y el color de mi cara, debía tener un aspecto aterrador, la mire, le pedí una cama donde poder resguardarme de mi asesino, y la muy... me dice encima que va a espantar las cucarachas, tendrá valor?
Al día siguiente le conté mi anécdota a todo el que quiso oírme, algunos creo que todavía se están riendo cuando piensan en la forma tan original de evitar la muerte, otros me daban consejos, pero en la intimidad también se ríen. ¡Ah! no, no soy un cobarde, no penséis mal, es que mi habilidad es para otras cosas, la lucha no es lo mío. Mi mejor defensa es correr como un conejo asustado.
Y no fue la única ocasión en la que me libre por piernas, ésa es otra historia que algún día os contare también, con lo que “muy amablemente” algunos llaman a mi técnica de supervivencia los 100 metros banco de Salomón.
Salomon- Cantidad de envíos : 746
Fecha de inscripción : 25/01/2011
Temas similares
» Una mañana cualquiera...
» Mapa de Etrania
» Los Goya de Etrania
» Uno mas en el mundo de Etrania
» Reclutamientos "Gremio Libre de Etrania"
» Mapa de Etrania
» Los Goya de Etrania
» Uno mas en el mundo de Etrania
» Reclutamientos "Gremio Libre de Etrania"
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.