Noches gélidas

Las estrellas titilaban a lo lejos, en el oscuro cielo despejado. El frío era tan intenso que exhalaba vaho con solo respirar. Se acercó a la orilla norte, cogió una piedra redondeada y plana, se la pasó de una a otra mano, varias veces, pensativa. Las palabras del padre Wood volvieron a su mente un instante, junto a los aullidos de los fantasmas caminantes del campamento Mohur. Debían incinerarlo pronto, o acabaría como ellos.

Frunció el ceño y lanzó la piedra con fuerza, la observó girar y rebotar varias veces sobre el agua en calma, antes de hundirse en la acuosa negrura. Se sentó en la verde hierba húmeda, pensando en esa tarde. Se rascó unos instantes el cuero cabelludo con ambas manos y masculló un taco.

- ¿Desde cuando importa que cuestionen tu... tu...? ¡uhm!... ¿Tu qué?

Si hubiera habido luz se habría observado una graciosa mueca de contradicción en su rostro. Por primera vez se dio cuenta de que no había un adjetivo para describirla, ya que como guerrera carecía de hombría y de feminidad. Acabó encogiéndose de hombros, con gesto serio.

- ¡Bah! Espero que Zandarus me de pronto el tabaco o acabaré escalando los muros de pura ansiedad. Y ahora a ver que diantres ocurre con ese maldito campamento Mendoza...

En el templo, rezaba ante Manat, con la cabeza gacha, mirando al suelo en silencio. No conseguía concentrarse. Se sentía confusa, más confusa que nunca. Y ultimamente era una constante en su vida. Extraño, antes lo tenía todo tan claro, y ahora... Ni siquiera conseguía comprender todo lo que había escuchado esa noche, y lo que había comprendido apenas podía o quería creerlo. Una conversación corta, cargada de sentimiento, y cuyo significado no conseguía discernir a ciencia cierta.

Se levantó del banco y dio una patada, con furia contenida, al candelabro mas cercano. Éste cayó, rodando por el suelo, con un sonido estridente y metálico. Lo miró un momento, recobrando la compostura. Lo levantó y lo colocó en su sitio de nuevo. Cogió aliento un par de veces, serenándose.

- Esto es impropio de ti. Debería darte vergüenza. - se reprochó a si misma, apretando las mandíbulas con fuerza.

Salió de la Torre Blanca con toda la compostura y dignidad de la que fue capaz.

La edad le habia conferido al viejo Zandarus un sexto sentido para las personas. Sabia quien mentia .... quien decia la verdad ... sabia quien estaba enamorado o roto de pasion ... y sabia quien guardaba conflictos ocutos en su corazon.

Si no fuese extraño incluso para el, diria que Jude contenia una mezcla de todo ello.

Su actitud errante, sus pequeños actos de ira controlada y su mas evidente ingreso y posterior marcha de La Orden dejaban claro que la joven guerrera luchaba por mantener intacta la flamigera mezcla de honor, valentia, cordura y respecto.... y en los dias que hoy nos tocaba vivir, aquello era mucho mas de lo que la mayoria podia soportar.

Zandarus solo esperaba que con el pequeño regalo en forma de hojas amargas de tabaco, que habia dejado caer en el zurron de Jude sin que esta se percatase, dejasen claro que a pesar de los pesares, a pesar que siempre seria una paria entre los caballeros, o un extraño especimen entre los soldados masculinos ... Jude tenia amigos donde ella no creia tenerlos....