Recuerdos
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Recuerdos
La cama era incómoda, se revolvió sobre el colchón de paja, buscando una postura mejor. Abrió un ojo, la luz entraba tímidamente por la tosca ventana, yendo a parar justo sobre su jergón.
- Quién me mandaba retirarme tan tarde anoche, así cualquiera escoge un buen sitio en esta sala - pensó, y acto seguido bostezó ruidosamente y miró alrededor.
Unas pocas personas se acurrucaban, algunas tosiendo o murmurando frases inconexas en sus respectivos catres. Se desperezó, estirando los miembros entumecidos. Aprovechó la ausencia de miradas indiscretas para vestirse, examinó la armadura, de nuevo bruñida y brillante. Empezó a ponérsela, sintió cierto orgullo y, subitamente, un dolor cargante sobre los hombros. Los examinó, contó los moratones, cortes y hematomas del cuerpo, uno por uno.
- Trece... - y sonrió ampliamente, al recordar el entrenamiento de la noche anterior.
Se encaminó hacia el exterior, pensativa, hasta que oyó una voz suave a su espalda.
- ¿Señorita?
- ¡Oh! Perdón, Dai. Aquí tienes. - entregó las pocas monedas, sobre el mostrador.
- ¿Queréis que os prepare un baño? - Dai la miró de arriba a abajo. Acto seguido la joven se miró de arriba a abajo.
Negó con la cabeza y se alejó, riendo por lo bajo. Al fin y al cabo, en pocas horas volvería apestando a cuero acre, sangre seca y sudor rancio. Unas pocas horas más o menos de pulcritud poco afectarían a su dignidad. Otro día más, otra aventura más.
Recordó a la niña sentada detrás del carromato, tantos años atrás; con las piernas colgando, el pelo ondulado y revuelto, sus grandes ojos y las pecas de la nariz. Oyendo el sonido del río, observando a su padre ocupado, en examinar las vacas de los campesinos. Recordó la mirada afectuosa de este, el guiño de reojo, y oírlo tararear el principio de esa tonada, que tanto le gustaba.
Sobre la grupa de Hera, bordeando las orillas del río, entonó la canción. Le extrañaba no oír la voz grave de fondo; el río siguió su curso y Jude siguió la corriente, abstraída.
“Soy la semilla que crece en la orilla,
el pez que lucha contra la corriente,
como aquel árbol que mira y asiente,
la verde alga que lucha en las aguas.
Soy como la sombra que va y viene,
y expectante mira cada día su entorno,
la lucha por alcanzar un inútil retorno,
la consciencia de que todo empieza.
Seré la que abra y labre los caminos,
dejad que arrastre los yugos de bueyes
bajo el sol, entre gente, calles y leyes.
Continuar entre las aguas, siendo la vida...
Persistir entre las aguas, hasta la muerte... ”
La voz se perdió entre los árboles; el sol hacía brillar las gotas de rocío, amenazando con evaporarlas en un mudo silencio.
- Quién me mandaba retirarme tan tarde anoche, así cualquiera escoge un buen sitio en esta sala - pensó, y acto seguido bostezó ruidosamente y miró alrededor.
Unas pocas personas se acurrucaban, algunas tosiendo o murmurando frases inconexas en sus respectivos catres. Se desperezó, estirando los miembros entumecidos. Aprovechó la ausencia de miradas indiscretas para vestirse, examinó la armadura, de nuevo bruñida y brillante. Empezó a ponérsela, sintió cierto orgullo y, subitamente, un dolor cargante sobre los hombros. Los examinó, contó los moratones, cortes y hematomas del cuerpo, uno por uno.
- Trece... - y sonrió ampliamente, al recordar el entrenamiento de la noche anterior.
Se encaminó hacia el exterior, pensativa, hasta que oyó una voz suave a su espalda.
- ¿Señorita?
- ¡Oh! Perdón, Dai. Aquí tienes. - entregó las pocas monedas, sobre el mostrador.
- ¿Queréis que os prepare un baño? - Dai la miró de arriba a abajo. Acto seguido la joven se miró de arriba a abajo.
Negó con la cabeza y se alejó, riendo por lo bajo. Al fin y al cabo, en pocas horas volvería apestando a cuero acre, sangre seca y sudor rancio. Unas pocas horas más o menos de pulcritud poco afectarían a su dignidad. Otro día más, otra aventura más.
Recordó a la niña sentada detrás del carromato, tantos años atrás; con las piernas colgando, el pelo ondulado y revuelto, sus grandes ojos y las pecas de la nariz. Oyendo el sonido del río, observando a su padre ocupado, en examinar las vacas de los campesinos. Recordó la mirada afectuosa de este, el guiño de reojo, y oírlo tararear el principio de esa tonada, que tanto le gustaba.
Sobre la grupa de Hera, bordeando las orillas del río, entonó la canción. Le extrañaba no oír la voz grave de fondo; el río siguió su curso y Jude siguió la corriente, abstraída.
“Soy la semilla que crece en la orilla,
el pez que lucha contra la corriente,
como aquel árbol que mira y asiente,
la verde alga que lucha en las aguas.
Soy como la sombra que va y viene,
y expectante mira cada día su entorno,
la lucha por alcanzar un inútil retorno,
la consciencia de que todo empieza.
Seré la que abra y labre los caminos,
dejad que arrastre los yugos de bueyes
bajo el sol, entre gente, calles y leyes.
Continuar entre las aguas, siendo la vida...
Persistir entre las aguas, hasta la muerte... ”
La voz se perdió entre los árboles; el sol hacía brillar las gotas de rocío, amenazando con evaporarlas en un mudo silencio.
Neisseria- Cantidad de envíos : 566
Fecha de inscripción : 29/06/2010
Edad : 39
Re: Recuerdos
EDITADO.
En este foro solo pueden ir Post inrol.
Gracias
OFFROL: Un texto estupéndo Pero quién es la chica?
En este foro solo pueden ir Post inrol.
Gracias
OFFROL: Un texto estupéndo Pero quién es la chica?
Invitado- Invitado
Re: Recuerdos
Uy, perdón... Sigo sin entender donde debería postear. :/ La chica es Jude, y la niña es ella, de pequeña. Lo siento si no se entiende bien.
Neisseria- Cantidad de envíos : 566
Fecha de inscripción : 29/06/2010
Edad : 39
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