Fides Septem. Comienzan las Misas

El ardor, el entusiasmo y lo imperioso de la naturaleza de Placido hizo mella en los ciudadanos y no tardo en destacarle entre sus condiscípulos.
Por una suave pero natural gradación, fue ganando ascendencia sobre todos y no alardeo en ocupar un puesto que solo los Dioses concedían a unos pocos.

Había alcanzado la cumbre, desde que llego a Albor su único deseo fue sentir la esencia de los Siete mas allá de lo que el entendimiento humano fuera capaz de razonar.

Como de costumbre, Placido oraba en el Templo de Manat, lugar que el mismo Santifico al Fides Septem, y, preparo para ceremonias venideras. Centro de culto a los Siete, y Templo Santificado para difundir esta Religión.
Nada mas terminar con sus oraciones, Placido se dirigió risueño y armonioso a la posada.

- Craig, aunque no lo crea, los Dioses velan por usted, se que es un hombre de fe, siendo así le espero en mi siguiente misa, pondré mi anuncio cerca de la puerta para que todo Albor lo vea, espero le preste un momento de atención.

Craig alzaba la mirada y veía como Placido colocaba el cartel, con bastante dificultad el posadero se detuvo para leer en el:


Tediosos mis esfuerzos para esta bendita misión. Agradezco a los habitantes de Albor toda su fe y comprensión a los Dioses.
Ahora Albor dispone de un Sacerdote a su servicio, esmerado en ayudar en todo lo posible y representando el Fides Septem.

Es para mi un Deber y un Honor celebrar misas para mis devotos dos veces por semana
(Miércoles a las 13:00 y Domingo a las 21:00). En las cuales por supuesto será bien recibido cualquiera que este dispuesto a aceptar a los Dioses en su camino.

Dicho esto pueden contar con mi servicio para eventos tales como uniones, nacimientos, funerales….

Un cordial Saludo, Placido, humilde siervo de los Siete.

Sellado por Fides Septem.



Después de colgar el cartel, Placido miro a Craig poco convencido de que fuera a asistir a su próxima ceremonia, este miraba el cartel tan serio e inexpresivo como siempre.

- Debo marcharme señor me esperan mis devotos, ellos han vuelto a nacer y ahora tienen muchas preguntas y curiosidades sobre los Dioses que debo atender.


Placido limpia un poco sus delicadas gafas con un fino pañuelo, y vuelve al Templo de Manat para orar por Albor y sus habitantes.