Cosas de niños...
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Cosas de niños...
Como cada día, al anochecer, Zack y Tom se reunieron en la plaza cercana a los huertos para entregarse a sus juegos.
Cada uno empuñó su rama de pino decorada por ellos mismos y, tras la reverencia de cortesía, dió comienzo el combate.
Tras una serie de estocadas y unos cuantos guijarros, convertidos en proyectiles mágicos por la soberbia imaginación de los infantes,
cayeron al suelo entre risas y magulladuras. Qué divertido era ser niño.
-Oye, Tom. ¿Has oído lo de ese joven escudero? -preguntó Zack mientras mordisqueaba una brizna de hierba.
-¿Cuál, el de Ser Norse? -dijo Tom mirando al cielo, sin demasiado interés.
-¿Pues claro, zoquete! -respondió el primero, atizándole en el cogote-. ¿Acaso conoces algún otro?.
-Ahora que lo dices, no -aclaró Tom, mientras se rascaba la zona del golpe-. ¿Qué pasa con él?
-Creo que esta noche van a nombrarle caballero al fin. Dicen que se ha convertido en un buen combatiente. Seguro que defenderá con su sangre esta ciudad -sentenció Zack, con un brillo de esperanza en los ojillos llenos de vida-. A lo mejor un día puedo llegar a serlo también.
Su amigo estalló en carcajadas. -Seguro, Zack, seguro. Y, ¿sabes dónde será el nombramiento? -preguntó Tom emocionado.
-Apostaría a que usarán el viejo teatro, el templo, o el campamento secreto del Gremio -se acercó a su compañero y susurró-. Podríamos dar una vuelta esta noche a ver qué averiguamos.
-¡¡Zack!! -¡¡Tom!! -los niños escucharon los gritos de unas voces que conocían muy bien. La cena estaba lista.
Como no podía ser de otra manera, el posadero andaba cerca, holgazaneando, y escuchó la conversación de los pequeños. A los pocos minutos, casi toda la ciudad se había enterado ya de la estupenda noticia.
Cada uno empuñó su rama de pino decorada por ellos mismos y, tras la reverencia de cortesía, dió comienzo el combate.
Tras una serie de estocadas y unos cuantos guijarros, convertidos en proyectiles mágicos por la soberbia imaginación de los infantes,
cayeron al suelo entre risas y magulladuras. Qué divertido era ser niño.
-Oye, Tom. ¿Has oído lo de ese joven escudero? -preguntó Zack mientras mordisqueaba una brizna de hierba.
-¿Cuál, el de Ser Norse? -dijo Tom mirando al cielo, sin demasiado interés.
-¿Pues claro, zoquete! -respondió el primero, atizándole en el cogote-. ¿Acaso conoces algún otro?.
-Ahora que lo dices, no -aclaró Tom, mientras se rascaba la zona del golpe-. ¿Qué pasa con él?
-Creo que esta noche van a nombrarle caballero al fin. Dicen que se ha convertido en un buen combatiente. Seguro que defenderá con su sangre esta ciudad -sentenció Zack, con un brillo de esperanza en los ojillos llenos de vida-. A lo mejor un día puedo llegar a serlo también.
Su amigo estalló en carcajadas. -Seguro, Zack, seguro. Y, ¿sabes dónde será el nombramiento? -preguntó Tom emocionado.
-Apostaría a que usarán el viejo teatro, el templo, o el campamento secreto del Gremio -se acercó a su compañero y susurró-. Podríamos dar una vuelta esta noche a ver qué averiguamos.
-¡¡Zack!! -¡¡Tom!! -los niños escucharon los gritos de unas voces que conocían muy bien. La cena estaba lista.
Como no podía ser de otra manera, el posadero andaba cerca, holgazaneando, y escuchó la conversación de los pequeños. A los pocos minutos, casi toda la ciudad se había enterado ya de la estupenda noticia.
Arkhand- Cantidad de envíos : 78
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