En el estanque
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En el estanque
El tronco estaba vacío, solitario. Aquel tronco que tantos recuerdos guardaba en torno a él, imágenes de momentos felices, charlas desenfadadas, conversaciones profundas, juegos relajantes, discusiones distendidas. El lugar que había visto crecer su amistad y los lazos que les unían, sólidos como las convicciones y honradez en que estaban fundados. Aunque no todos los recuerdos estaban ligados a él, al menos para Valerie. La torre blanca guardaba muchos entre sus ahora silenciosas paredes de mármol, ecos de los meses que pasaron durmiendo en el suelo y comiendo en la sala común, compartiendo miseria y esperanza al mismo tiempo. Y el lugar junto al mar donde muchas veces fueron a sentarse juntas, buscando la privacidad en una ciudad llena de oídos ajenos. Allí fue donde sus pasos la llevaron una vez más, para sentir sobre su rostro la brisa marina y tratar de percibir en el rumor de las olas una voz que nunca volvería a escuchar, la de una amiga perdida.
Acarició la hierba en el lugar donde solían sentarse. No hacía más de un enio, allí tuvieron su última conversación a solas. Jude quería escuchar de sus labios que, pasara lo que pasase, su hijo siempre tendría quien cuidara de él. Aquel día era “él”, el pequeño James. Otras veces había sido “ella”, la niña que volvería loco a su padre y jugaría con lanzas antes que con muñecas. Valerie había apoyado su mano en el vientre hinchado mientras conversaban, pero la criatura estaba tranquila, como si aquella conversación no le afectase. Como si supiera que nunca abandonaría la protección de su madre, que ésta se preocupaba en vano, pues nunca tendría que separarse de ella. Y tampoco vería nunca su rostro, ni sabría si su pelo sería oscuro, o su piel blanca y pecosa.
Valerie notó el sabor a sal en sus labios, y volvió la mirada hacia el mar para que la brisa secase su rostro. Si hubiera sabido que Jude necesitaba protección… pero ella jamás expresó temor, Jude no. Era tan valiente como honrada y leal, y seguramente eso la mató. Dos ciclos después de dimitir de su puesto del consejo, algo o alguien apagó su voz y su vida. No, no algo. Alguien, estaba segura. ¿Por qué? Oh, Jude… si me hubieras hablado más… nunca te atosigamos para que nos contaras todo lo que estabas pasando, y ahora no sabemos por qué ni quién podía quererte tan mal. Ningún campesino ni delincuente común habría acabado con su vida, eso es seguro. No era tan fácil vencer a una maestra de armas curtida en docenas de batallas, pese a que hubiera dejado las placas en el armario.
Una ráfaga helada recorrió su espina dorsal, y de repente todo alrededor se tornó oscuro y amenazador. Valerie dio media vuelta y regresó silenciosa por donde había venido, añorando el calor del abrazo de Rick para ahuyentar el dolor de la pérdida. También él necesitaba consuelo, aunque nunca lo dijese en voz alta. No solo un amigo, sino dos, se alejaban de sus vidas de forma irremediable. Y los sueños y proyectos... debían seguir adelante, tanto por ellos como por la memoria de quienes compartieron un mismo objetivo y una misma visión de futuro.
En el estanque, el tronco seguía vacío y solitario, testigo mudo de alegrías y sinsabores.
Acarició la hierba en el lugar donde solían sentarse. No hacía más de un enio, allí tuvieron su última conversación a solas. Jude quería escuchar de sus labios que, pasara lo que pasase, su hijo siempre tendría quien cuidara de él. Aquel día era “él”, el pequeño James. Otras veces había sido “ella”, la niña que volvería loco a su padre y jugaría con lanzas antes que con muñecas. Valerie había apoyado su mano en el vientre hinchado mientras conversaban, pero la criatura estaba tranquila, como si aquella conversación no le afectase. Como si supiera que nunca abandonaría la protección de su madre, que ésta se preocupaba en vano, pues nunca tendría que separarse de ella. Y tampoco vería nunca su rostro, ni sabría si su pelo sería oscuro, o su piel blanca y pecosa.
Valerie notó el sabor a sal en sus labios, y volvió la mirada hacia el mar para que la brisa secase su rostro. Si hubiera sabido que Jude necesitaba protección… pero ella jamás expresó temor, Jude no. Era tan valiente como honrada y leal, y seguramente eso la mató. Dos ciclos después de dimitir de su puesto del consejo, algo o alguien apagó su voz y su vida. No, no algo. Alguien, estaba segura. ¿Por qué? Oh, Jude… si me hubieras hablado más… nunca te atosigamos para que nos contaras todo lo que estabas pasando, y ahora no sabemos por qué ni quién podía quererte tan mal. Ningún campesino ni delincuente común habría acabado con su vida, eso es seguro. No era tan fácil vencer a una maestra de armas curtida en docenas de batallas, pese a que hubiera dejado las placas en el armario.
Una ráfaga helada recorrió su espina dorsal, y de repente todo alrededor se tornó oscuro y amenazador. Valerie dio media vuelta y regresó silenciosa por donde había venido, añorando el calor del abrazo de Rick para ahuyentar el dolor de la pérdida. También él necesitaba consuelo, aunque nunca lo dijese en voz alta. No solo un amigo, sino dos, se alejaban de sus vidas de forma irremediable. Y los sueños y proyectos... debían seguir adelante, tanto por ellos como por la memoria de quienes compartieron un mismo objetivo y una misma visión de futuro.
En el estanque, el tronco seguía vacío y solitario, testigo mudo de alegrías y sinsabores.
Valerie- Cantidad de envíos : 130
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