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Salomon con paso firme y decidido se dirige a la posada, y con gesto seco, de un solo golpe clava en la puerta y pergamino escrito con letra grande y clara.

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La peletería de la ciudad permanecerá cerrada por algún tiempo.

Como consecuencia de ciertas actitudes, en relación a la petición del consejo de ayuda para la construcción de los edificios de la ciudad, y la contestación por parte de unos ciudadanos que anteponiendo sus necesidades al bien común, prefieren hacer negocio con la peletería antes que con el consejo, se ha decidido que, si estos ciudadanos desean disfrutar de la seguridad y amparo de Albor, deben compartir con todos la responsabilidad de su construcción.

Por lo tanto, a partir de este momento y hasta nuevo aviso por parte del consejo, todas las pieles que se recojan no se podrán vender en la peletería, con lo que ese material deberá venderse a los artesanos o a los consejeros, que como se ha venido haciendo hasta ahora están trabajando los materiales recogidos, usando sus capacidades solo y exclusivamente en beneficio de la ciudad, cuestión que debemos aclarar, ya que se ha dicho que nos estamos lucrando con su trabajo.

También es necesario saber que los materiales para entregar a los constructores hasta el momento, no se estaba pagando con lo que los mineros y taladores, amén de no cobrar son los que están llevando el peso mayor de esta situación, cosa que por justicia debemos cambiar.

El precio de este material será el siguiente, habiendo dos opciones posibles:

Venta del cuero a 3 monedas.
Venta de la mitad de los cueros ofrecidos a 5 monedas, quedándose en poder del comprador esa mitad de material para su entrega al consejo.

Sentimos tener que tomar medidas tan drásticas en unos momentos en que conseguir dinero para nuestras necesidades es prioritario, pero, salvo honrosas excepciones, una parte de los ciudadanos están desatendiendo sus deberes para con la ciudad, y tenemos desde el consejo la obligación de corregir estas desigualdades, aunque para ello tengamos que incomodar al resto de ciudadanos, que estamos seguros comprenderán la necesidad de la medida.
Todo aquel que necesite acceder a la peletería podrá dirigirse a Garrow o a Salomón, ambos tienen llave de la puerta y abrirán a quien así lo solicite.

Firmado: Salomón, consejero de comercio