El martillo del herrero
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El martillo del herrero
La Torre Blanca amanecia de nuevo con la misma luz de todos los dias. Al menos a Bryan siempre le parecian iguales. Trabajaba un rato con el brasero asando carnes condimentadas, mientras afilaba una espada. Un dia si y otro tambien. Su ansia de conocimiento no se veia satisfecha en aquel lugar. Tenia que progresar o se quedaria estancado. Apreto su martillo mientras los pensamientos iban y venian con mas fuerza.
Lo habian nombrado aprendiz del que para todos era el mejor artesano, Salomon. Asi sin mas, sin conocer tan siquiera sus habilidades. Volvia a ser un aprendiz. Al principio acato ordenes, era su maestro pese a todo. Pero cada vez mas veces oia risas de los que alli habitaban, el eco del nombre de su maestro recorria los pasillos cuando buscaban a alguien para reparar, para cocinar, en definitiva, para todo. Era el nombre del aprendiz de herrero el que carecia de valor para los alli presentes, no era mas que un simple aprendiz de herrero sin forja ni hierro. Pero... lo mismo que los demas al fin y al cabo.
Las semillas se plantaban en su corazon con mas ahinco a cada pensamiento que cruzaba su rapida mente. Subio a la torre del brasero, y desde arriba contemplo el atardecer. Gruño con ira y asio el martillo con fuerza. Nego mil veces con la cabeza. Golpeo con rabia la espada que habia afilado. Y cuando paso su furia, se limito a mirar al cielo ya abovedado de estrellas con las ideas por fin claras.
- Que mi martillo hable para todos - dijo con voz seria y calmada.
Lo habian nombrado aprendiz del que para todos era el mejor artesano, Salomon. Asi sin mas, sin conocer tan siquiera sus habilidades. Volvia a ser un aprendiz. Al principio acato ordenes, era su maestro pese a todo. Pero cada vez mas veces oia risas de los que alli habitaban, el eco del nombre de su maestro recorria los pasillos cuando buscaban a alguien para reparar, para cocinar, en definitiva, para todo. Era el nombre del aprendiz de herrero el que carecia de valor para los alli presentes, no era mas que un simple aprendiz de herrero sin forja ni hierro. Pero... lo mismo que los demas al fin y al cabo.
Las semillas se plantaban en su corazon con mas ahinco a cada pensamiento que cruzaba su rapida mente. Subio a la torre del brasero, y desde arriba contemplo el atardecer. Gruño con ira y asio el martillo con fuerza. Nego mil veces con la cabeza. Golpeo con rabia la espada que habia afilado. Y cuando paso su furia, se limito a mirar al cielo ya abovedado de estrellas con las ideas por fin claras.
- Que mi martillo hable para todos - dijo con voz seria y calmada.
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