La muerte de un ser querido

La pira funeraria ardía con fuerza en el Santuario. Los cánticos y alabanzas se habían elevado a los dioses durante toda la noche, como mandaba la tradición. La muerte de un lord era todo un acontecimiento y cuando ese lord pertenecía a la casa Bellanti, casi toda la jerarquía del Culto se reunía en el lugar. Al fin y al cabo, gran parte de ella era familia o amiga de Lord Lorenzo.

Se habían extremado las medidas de seguridad, y la celebración se había realizado a puerta cerrada para evitar intromisiones. Ser Cedric observaba desde la primera fila cómo el cuerpo de su padre ardía. Al lado, su mujer le agarraba la mano con fuerza. Cedric amaba a su padre y el dolor anulaba por completo la amarga satisfacción de ser el nuevo líder de la casa. Las oraciones se prolongaron algunas horas más. Al terminar la misa, el nuevo Lord Bellanti se secó las lágrimas y se puso en pie. Larga fue la lista de gente que se acercó a darle el pésame por su padre. El último de ellos, el Sacerdote Supremo.

- Cedric, hijo, quiero hablar contigo a solas un momento.

El caballero hizo un gesto de asentimiento a su mujer, y esta cogió a sus dos hijos y salió del Santuario escoltada. Hombre y anciano se quedaron solos en una habitación reservada del Santuario. Fue el Sacerdote el primero en romper el silencio.

- Lamento mucho la muerte de tu padre. Como sabrás, era muy querido por todos. Una vida de servicio a los dioses no será olvidada. El magister Gabriel ha pedido permiso para continuar con los cánticos un día más.

- Mi tío es un hombre devoto, me uniré a él después en sus oraciones.

El viejo asintió, orgulloso y satisfecho.

- Cuando terminéis, tengo una misión para vos. ¿Cómo se encuentran vuestros hombres?

Lord Cedric contestó con voz servicial.

- La voluntad de los dioses será cumplida. Cada día son más. Cientos de hombres devotos se han unido a nuestra causa recientemente y las bajas han sido cubiertas. Dentro de poco Rostow volverá a ser un lugar seguro, y luego, Etrania.

- De eso quería hablaros. Durante siglos vuestra familia ha servido lealmente a los dioses y a nosotros. Cada Sacerdote Supremo antes de mi ha puesto su vida en vuestras manos y nunca habéis fallado. Incluso en los difíciles tiempos de la Plaga permanecisteis leales y devotos. Vuestra fe no flaquea y vuestro acero ha defendido a los justos de la herejía con acierto durante siglos. Semejante hoja de servicios no la tiene ninguna casa y como tal, no hay ninguna casa más capaz que la vuestra para defender Etrania de los herejes.

- Gracias, eminencia. - Contestó el devoto caballero.

- La traición del Maestre ha hecho mucho daño al reino. Cuando los herejes ataquen, debe haber una cabeza que mande sobre las tropas que la defiendan. Como nos comprometimos, ninguna casa tendrá que renunciar más a sus colores en favor de Etrania, pero cuando llegue la hora, alguien debe comandar a los ejércitos como uno solo. - Las palabras del Sacerdote Supremo salían meditadas y directas, elevando el ardor de Lord Bellanti - Y he pensado en vos para ello. Poneos en pie, Cedric.

El hombre siguió la orden del anciano sin dudar. Luego el Sacerdote Supremo se puso en pie.

- Lord Cedric, de la Casa Bellanti, de hoy en adelante, os nombro Lord Protector de Etrania. En vuestras manos está la defensa del reino, servidle con la misma devoción que servís a los dioses y no tengo duda de que todos estaremos a salvo de la herejía que azota contra nuestras murallas.

El caballero hinchió el pecho orgulloso, antes de contestar con el lema que durante generaciones había significado todo para su casa.

- Mi fe es mi roca.

Esa tarde el Lord Protector rezó a los dioses no sólo por el alma de su padre.