Refugiados
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Refugiados
Una inmensa columna de humo negro manaba desde el interior de la ciudad de Rostow. Aun reverberaba entre las murallas el rugir de los aceros, el sonido de los cascos de los caballos aplastando el suelo, los gritos, y el horror que apenas hacia unas horas había inundado la ciudad.
Después de todo aquello reinó una calma tensa, en la que los supervivientes no encontraron palabras para expresar lo que había ocurrido. Una gran batalla había sacudido el centro de la ciudad, la capital, Rostow. Había sido testigo de una masacre de hermanos sin igual, y ahora solo unos pocos vencedores se hallaban en su centro impartiendo ordenes.
Con el tiempo la gente consiguió salir de su asombro y comenzó un mar de murmullos, cuchicheos, como si todos temieran levantar demasiado la voz. Al parecer el Culto había ganado la batalla y había incendiado la torre de la Orden de Thanatos.
El Maestre de la Orden, Ser Kylen Yubonas se encontraba ahora tendido en el suelo, muerto en la batalla, y el destino de la Orden era mas incierto que nunca.
Sin embargo muchos notables Sires habían escapado, y la gente temía en que podría desembocar todo aquello si su lucha persistía.
Una cosa fue segura para muchos, Rostow era la ciudad mas segura que existía, y sus murallas resistirían cualquier peligro externo o interno que afrontaran. Como durante tantos siglos lo había demostrado. Rostow la eterna.
Para unos pocos no estaba tan claro, y la incertidumbre de presenciar una guerra civil en las propias calles de la ciudad era demasiado real para ignorarla.
Lentamente la gente empezó a empacar sus enseres, y salió a campo abierto. Buscarían su fortuna al sur, al este y al oeste. Lejos del Culto, lejos de la Orden, lejos de la guerra.
La mayoría asumió silenciosa el nuevo mandato, mientras docenas de sacerdotes ahora pululaban por las calles y pregonaban una nueva era de fé y culto para con los Dioses.
¿Quien gobernaría la ciudad ahora? ¿Y quien se preocuparía ahora por sus ciudadanos?
La tierra seguía sin rey, y en el horizonte no se divisaban mas que nubes de tormenta.
Después de todo aquello reinó una calma tensa, en la que los supervivientes no encontraron palabras para expresar lo que había ocurrido. Una gran batalla había sacudido el centro de la ciudad, la capital, Rostow. Había sido testigo de una masacre de hermanos sin igual, y ahora solo unos pocos vencedores se hallaban en su centro impartiendo ordenes.
Con el tiempo la gente consiguió salir de su asombro y comenzó un mar de murmullos, cuchicheos, como si todos temieran levantar demasiado la voz. Al parecer el Culto había ganado la batalla y había incendiado la torre de la Orden de Thanatos.
El Maestre de la Orden, Ser Kylen Yubonas se encontraba ahora tendido en el suelo, muerto en la batalla, y el destino de la Orden era mas incierto que nunca.
Sin embargo muchos notables Sires habían escapado, y la gente temía en que podría desembocar todo aquello si su lucha persistía.
Una cosa fue segura para muchos, Rostow era la ciudad mas segura que existía, y sus murallas resistirían cualquier peligro externo o interno que afrontaran. Como durante tantos siglos lo había demostrado. Rostow la eterna.
Para unos pocos no estaba tan claro, y la incertidumbre de presenciar una guerra civil en las propias calles de la ciudad era demasiado real para ignorarla.
Lentamente la gente empezó a empacar sus enseres, y salió a campo abierto. Buscarían su fortuna al sur, al este y al oeste. Lejos del Culto, lejos de la Orden, lejos de la guerra.
La mayoría asumió silenciosa el nuevo mandato, mientras docenas de sacerdotes ahora pululaban por las calles y pregonaban una nueva era de fé y culto para con los Dioses.
¿Quien gobernaría la ciudad ahora? ¿Y quien se preocuparía ahora por sus ciudadanos?
La tierra seguía sin rey, y en el horizonte no se divisaban mas que nubes de tormenta.
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