El campamento junto al río
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El campamento junto al río
Seithanin llegó alterado a la taberna, acercándose rápidamente al posadero y colocando un taburete en que sentarse. El tabernero conocía de hacía mucho a Seithanin: el típico parroquiano a quien su trabajo en el campo más bien aburría y quien encontraba un placer y diversión especiales en el chismorreo.
- A ver, Seithanin... ¿qué narices te ocurre? Si es lo del templo ese que descubrieron, ya lo sabe prácticamente toda la ciudad... sobre todo desde que el Culto prohibió acercarse a él.
- Ponme una buena jarra -el campesino ignoró las palabras del tabernero, sabedor de que la información que poseía, que dentro de pocas horas se habría extendido como la pólvora por toda la ciudad, tenía todas las cartas para sorprender al tabernero. Algún parroquiano giró el rostro o las orejas en la dirección de Seithanin, interesado por su actitud.
El tabernero soltó un improperio y le llenó una jarra, interesado sin aparentarlo.
- A ver, suelta la lengua, ¡maldito!
- Verás... acabo de volver de hacer mi jornada y... ahora que las tierras han sido liberadas, suelo pasar cerca del lugar donde se encontraba el antiguo campamento de los bandidos, esos liderados por Bolton que nuestro ejército aplastó -le dio un trago a su jarra y clavó la mirada en su interlocutor.- Imagina cuál ha sido mi sorpresa al ver allí que están levantando un nuevo campamento... o eso parece. Y los hombres que guardan la construcción tienen capas de color púrpura.
- ¡Por lo siete y la madre que me parió! -exclamó el tabernero.- Ése es el color de los Yorath. ¿Acaso crees que?...
- Así es. Los Yorath están construyendo en el territorio de los Oackheart -el campesino dio otro largo trago a su jarra, satisfecho con el impacto que estaban teniendo sus palabras.
- Sólo los dioses saben cómo puede terminar esto... -el tabernero se sirvió una jarra y le dio un largo trago.- Malditos nobles.
A las pocas horas se comprobó que Seithanin tenía razón, pues el rumor de la construcción del nuevo campamento se había extendido por prácticamente toda la ciudad.
- A ver, Seithanin... ¿qué narices te ocurre? Si es lo del templo ese que descubrieron, ya lo sabe prácticamente toda la ciudad... sobre todo desde que el Culto prohibió acercarse a él.
- Ponme una buena jarra -el campesino ignoró las palabras del tabernero, sabedor de que la información que poseía, que dentro de pocas horas se habría extendido como la pólvora por toda la ciudad, tenía todas las cartas para sorprender al tabernero. Algún parroquiano giró el rostro o las orejas en la dirección de Seithanin, interesado por su actitud.
El tabernero soltó un improperio y le llenó una jarra, interesado sin aparentarlo.
- A ver, suelta la lengua, ¡maldito!
- Verás... acabo de volver de hacer mi jornada y... ahora que las tierras han sido liberadas, suelo pasar cerca del lugar donde se encontraba el antiguo campamento de los bandidos, esos liderados por Bolton que nuestro ejército aplastó -le dio un trago a su jarra y clavó la mirada en su interlocutor.- Imagina cuál ha sido mi sorpresa al ver allí que están levantando un nuevo campamento... o eso parece. Y los hombres que guardan la construcción tienen capas de color púrpura.
- ¡Por lo siete y la madre que me parió! -exclamó el tabernero.- Ése es el color de los Yorath. ¿Acaso crees que?...
- Así es. Los Yorath están construyendo en el territorio de los Oackheart -el campesino dio otro largo trago a su jarra, satisfecho con el impacto que estaban teniendo sus palabras.
- Sólo los dioses saben cómo puede terminar esto... -el tabernero se sirvió una jarra y le dio un largo trago.- Malditos nobles.
A las pocas horas se comprobó que Seithanin tenía razón, pues el rumor de la construcción del nuevo campamento se había extendido por prácticamente toda la ciudad.
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