Senderos de Cenizas
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La fragua

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Mensaje  Estia Temis Jue Dic 30, 2010 2:23 pm

Seguía Salomón con sus tareas cotidianas…..como siempre iba y venía a la herrería, la fragua estaba en su punto aquella mañana, quería aprovechar, tenía trabajo atrasado y las fiestas de Beltane le habían distraído de sus quehaceres.
Sonrió para sí, no había estado mal, recordó la hoguera, los duelos, las justas, el esfuerzo mereció la pena, todo había salido como se planeó, podía estar contento, si….Además el orgullo del trabajo bien hecho. La mueca de sonrisa se amplió más cuando recordó a Arnau y sus esfuerzos por conseguir los premios.

Sacudió la cabeza, ya me estoy yendo por las ramas pensó, venga sigue, que tienes la manía de distraerte.
De repente, como si le hubieran crecido setas después de un día de lluvia, se encontró rodeado de chiquillos que le miraban absortos, en silencio casi religioso, solo roto por el trallazo del martillo sobre el hierro, que los sobresaltaba a cada golpe.

El más alto, con cara de listo, en uno de los descansos, pregunto:

Salomón ¿hoy no hay papeles?

Volvió a sonreír, y negó con la cabeza, al hacerlo unas gotas de sudor de su frente cayeron sobre el hierro incandescente y soltaron vapor.

Pues vaya aburrimiento… Dijo, y se quedó callado como todos mirando el fuego.

Seguía Salomón a lo suyo, sin hacer mucho caso, cuando de repente unos de los chiquillos el más pequeño, con cara de ratón asustado, tartamudeando le pregunto:

Salomón, ¿por qué le pegas?--- El herrero se quedo con el martillo en alto, suspendido mirando al renacuajo, sin entender que le decía.

¿A quién le pego?--–contestó.

El niño puso cara de arrepentirse de haber hablado, pero haciendo un esfuerzo, miró la espada que tenia Salomón en la mano, y señalándola repitió la pregunta:

Digo que por que le pegas a la espada, que ya esta roja. Es que….parece que le duele. ----Había perdido el miedo a hablar al ver la sonrisa del hombre, que al darse cuenta de lo que preguntaba, miro el hierro.

Vaya, vaya.... (Murmuró Salomón mirando al pequeño), ¿no te han contado la historia de la forja y el hierro?

Todos a coro movieron la cabeza negando.

Anda cuéntanosla, por favor, cuéntala siii..... Fue el coro que se oyó inmediatamente.

Puso cara de pensarlo, y al ver que los niños se preparaban para un segundo ataque, levantó las manos para pedir paz, dejó lo que estaba haciendo y sentándose en el yunque para poder verlos a todos bien, se secó la frente y se dispuso a contar la vieja historia que su padre, en aquellos días felices en los que iban juntos al bosque a por leña, le había contado a él para entretener las largas horas de caminata con las mochilas cargadas de leños para vender.

En el principio, en las tierras de Ceneria como sabéis, solo estaban Sabile y el Wyvern, ambos habitaban estos lugares en perfecta paz y sintonía, se ayudaban y enseñaban mutuamente.
El caso es que el humano, tenía interés por los minerales, pero claro....el problema consistía en que cuando picaba, solo conseguía trozos demasiado irregulares para poder utilizarlos, de manera que terminaba por desechar tanto material, que llegó un momento en que casi trabajaba demasiado para lo poco que podía aprovechar.
Un día estaba Sabile estudiando lo que había conseguido en las minas, se acercó el Wyvern y le miró con curiosidad.
El hombre al ver al animal que era su amigo, se quejó amargamente de que había trabajado toda la mañana para nada. Y señalando los trozos de mineral que tenia esparcidos por el suelo, le dijo:
---Si hubiera una manera de unir los trozos podría aprovecharlos mejor para darles formas y así fabricar lo que necesito.
El Wyvern miró a Sabile y luego los pedazos de mineral y tomando aire, soltó un soplido potente cargado de fuego que asustó al hombre, pero que al chocar contra los trozos esparcidos los puso al rojo vivo, en ese momento comprendió las posibilidades que se le presentaban, esas piezas que normalmente una vez rotas no tenían utilidad, al calentarlas con un potente fuego pasaban a ser blandas y manejables de tal modo que con ellas podía formar todas esas cosas que había imaginado pero que le era imposible crear.
Así fue el principio de la fragua y la herrería, la habilidad de Sabile con sus manos y la del Wyvern con su fuego resultó ser la conjunción perfecta. Desde entonces el color rojo que toman los metales al calentarse recuerda la alegría de la amistad, y el herrero al moldearlo hace cantar su martillo que ayuda mejorar la vida de los demás con las cosas que del fuego del Wyvern salen.
El hombre y su amigo, una vez más, en gran unión y colaboración consiguieron lo que por sí solos no hubieran podido, de todo esto debéis sacar la conclusión que os digo, para aprender las cosas unas veces podréis hacerlo solos, pero si contáis con amigos y compañeros que os ayuden, os será más fácil y satisfactorio.


Terminado su relato Salomón volvió a su trabajo, los muchachos se quedaron mirando un rato contemplando los colores del fuego y el hierro como si en cualquier momento fueran a ver al Wyvern salir de entre las llamas.
Estia Temis
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